JACINTA Y EL ROSARIO

 JACINTA, LA MÍSTICA DEVOTA DEL ROSARIO







La Señora María Rosa era la madre de Lucía y era profundamente religiosa. Por eso decidió encargarse de instruir en el catecismo no sólo a sus propios hijos sino también a los niños vecinos. Al atardecer les leía la Biblia y otros libros sagrados, y les recordaba con diligencia sus oraciones, instándoles en particular al rezo del Rosario, una gran devoción del pueblo portugués. Fue de ella de quien aprendió Jacinta a rezar esta devoción. Sin duda lo que más le motivó a Jacinta a rezar el Santo Rosario fue la visión que tuvo del infierno el 13/07/1917.
 

(De las memorias de Lucía):
 

"¡El infierno! ¡El infierno! ¡Qué pena tengo de las almas que van al infierno! ¡Y las personas que, estando allí vivas, arden como la leña en el fuego!" (Jacinta) (...)
 

"Francisco, Francisco, ¿vosotros rezáis conmigo? Es preciso rezar mucho, para librar a las almas del infierno. ¡Van para allá tantas almas! ¡Tantas almas!". (Jacinta)
 

Otras veces nos preguntaba:
 

"¿Por qué Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? ¡Si ellos lo vieran, no pecarían más para no ir allá! Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente (se refería a los que se encontraban en Cova de Iría en el momento de la aparición). Verás cómo entonces si que se convierten". (Jacinta)
 

Después, medio descontenta, me preguntaba:


– ¿Por qué no dijiste a Nuestra Señora que mostrase el infierno a aquella gente? (Jacinta)
– Lo olvidé. (Lucía)
– También yo lo he olvidado (decía ella con aire triste) (Jacinta)
 

Algunas veces, me preguntaba:
 

– ¿Qué pecados son los que esa gente hace para ir al infierno? (Jacinta)
– No sé. Tal vez el pecado de no ir a Misa los Domingos, de robar, el decir palabras feas, maldecir, jurar... (Lucía)
– ¿Y sólo así por una palabra van al infierno? (Jacinta)
– ¡Claro! Es pecado... (Lucía)
– ¡Qué trabajo les costaría el estar callados e ir a Misa! ¡Qué lástima me dan los pecadores! ¡Si yo pudiera mostrarles el infierno! (Jacinta)
 

Algunas veces, de una manera repentina, se agarraba a mí y me decía:
 

"Yo voy al Cielo; pero tú te quedas aquí. Si Nuestra Señora te lo permitiera, habla a todo el mundo de cómo es el infierno, para que no cometan más pecados y nunca vayan allá". (Jacinta)
 

Otras veces, después de estar un tiempo pensando, nos decía:
 

"¡Tanta gente va al infierno! ¡Tanta gente va al infierno!". (Jacinta)
 

La madre de Jacinta y Francisco dio testimonio de la devoción que sus hijos tenían al Santo Rosario.
 

“Rezaban ocho Rosarios por día. De las jaculatorias no es posible hacerse una idea”. (Olimpia de Jesús)
 

Esto significa que pasaban ¡18 horas al día rezando el Rosario!
 

Jacinta fue la que hizo los sacrificios más severos por la conversión de los pecadores.
 

Al comienzo de su enfermedad nuestra Señora ya se les había aparecido tanto a Jacinta como a Francisco advirtiéndoles sobre todos los sufrimientos que les iban a llegar para salvar almas. Jacinta se lo confesaba únicamente a Lucía y Francisco.
 

“La virgen ha venido hoy y nos ha dicho que muy pronto se llevará a Francisco al Cielo. A mi me ha preguntado si quería convertir aún a más pecadores y yo le he respondido que sí. Me dijo que voy a ir a un hospital donde sufriré mucho. Me pidió que ofrezca mi sufrimiento por la conversión de los pecadores y en reparación por las ofensas contra su Inmaculado Corazón y por amor a Jesús”. (Jacinta)
 

- ¿En qué piensas Jacinta? (Olimpia de Jesús)
- Pienso en Francisco. ¡Cuánto deseo verlo! (Jacinta)
 

Jacinta no podía decir a su madre todo lo que pensaba, pero se lo comunicaba todo en confidencia a Lucía.
 

"Pienso en Francisco. ¡Cuánto deseo verlo! Pienso en la guerra que ha de venir. Va ha morir mucha gente y ¡tantos van a ir al Infierno! Serán arrasadas muchas casas y morirán muchos sacerdotes".
 

Durante el tiempo que duró su enfermedad muchos niños venían a su casa a visitarla. Jacinta les enseñaba a rezar el Santo Rosario y una vez que lo aprendieron lo rezaba con ellos. les aconsejaba que no cometiesen pecados para no ofender a Dios Nuestro Señor y les hablaba del infierno.
 

Antes de ser ingresada en el hospital Doña Estefanía de Lisboa, Jacinta estuvo del 22 de enero hasta el 2 de febrero en el Orfanato de Nuestra Señora de los Milagros. La pobre Jacinta comía muy poco y no solía jugar con las otras niñas. Nunca se quejó de sus dolores y todos los días rezaba el rosario. Disfrutaba yendo a la capilla y corregía a los maleducados que cometían la falta de respeto de hablar en un lugar sagrado. Cuando algunos de esos maleducados le reprendían a Jacinta por atreverse a corregirles, la niñita aceptaba con humildad sus humillaciones y se las ofrecía a Dios.
 

En la última aparición que la Santísima virgen María regaló a Jacinta en el Hospital, le reveló cuando sería el momento de su partida al cielo:
 

"Vendré a por ti el 20 de Febrero de 1920 a las 22:30". (Santísima Virgen María)
 

Esto queda constatado por su prima Lucía quien dejó por escrito:
 

- Desde Lisboa, Jacinta me hizo llegar el recado de que Nuestra Señora ya le había dicho el día y la hora en que moriría. (Lucia)
 

Jacinta murió el 20 de Febrero a las 22:30 de la noche. Tiempo después se exhumó su cuerpo y se encontró incorrupto. Los infiltrados en la Iglesia han impedido que su cuerpo sea expuesto en el Santuario de Fátima y todavía permanece bajo tierra.

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