Un soldado devoto, llamado Alano del Valle, de la zona de la Galia, cerca de Dinan, Bretaña, descendió a la batalla por la tierra de los Albigenses, junto con el Conde de Simón de Montfort y muchos otros Bretones. Este nombre del Soldado devoto, que María liberó de los enemigos, y se hizo Dominico, puede haber inspirado al Beato Alano a elegirlo como nombre religioso. En ese lugar, y al mismo tiempo, Santo Domingo luchó espiritualmente contra los Herejes, y les predicó las maravillas del Rosario de la Virgen María, por el cual se convirtió a la fe en Cristo, más que con cualquier otra predicación. El devoto Soldado, para la enseñanza y el consejo de Santo Domingo, recitaba cada día el Rosario de la Virgen María, meditando devotamente los Misterios de la Encarnación y de la Pasión de Cristo, y oraba el Rosario siempre de rodillas. Cosas extraordinarias le sucedieron a este Soldado de Cristo y de la Virgen María, a través del Rosario.
Una vez, bajando a la batalla con muy pocos soldados, estaba rodeado por una inmensa multitud de Herejes, y aterrorizado, no sabía cómo lidiar con ellos. La Misericordiosa Madre de Dios, la Virgen María, se le apareció, y lanzó terriblemente, 150 piedras contra los enemigos, que permanecieron postrados en el suelo, y él, junto con los suyos, continuó el viaje. Muchas otras similares maravillas vinieron a él más tarde.
En otra ocasión, después de haber naufragado en su tierra natal, vio a una hermosa Reina, construir un pasaje y un puente con ciento cincuenta zócalos, y él, ileso, caminando a través del mar, llegó a la tierra.
Finalmente, Alano, regresando a su tierra, fundó un gran Convento para los Frailes de la Orden de los Predicadores, mientras todavía vivía Santo Domingo, y se convirtió en un gran Predicador en la misma Orden. Y, predicando por toda Francia, enseñó a muchos a rezar devotamente, todos los días, el Rosario de la Santísima Virgen María.
Y lo enterraron frente al Altar de la Virgen María en el Convento de su Orden, por una razón especial: a su muerte, su boca y sus manos, por el Rosario de la Virgen María, brillaron con gran esplendor y franqueza, como una gema.
(De los escritos del Beato Alano de Rupe: “El Santísimo Rosario: El salterio de Jesús y de María”. (Libro 5).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario