QUINTA APARICION (1917)

QUINTA APARICIÓN (13/09/1917)
 

El número de creyentes crecía y crecía y los tres pastorcitos contaban las horas para la próxima aparición. Cada vez había más gente que creía y un número igual rehusaban aún dar crédito a las apariciones. Desde las primeras horas del día 13 de septiembre, las casas de los videntes se encontraban repletas de gente y todos querían hablar con los niños y pedirles que encomendasen a Nuestra Señora sus necesidades. Cova da Iria se había convertido en un lugar famoso incluso fuera de Portugal y aquel jueves se habían congregado unas treinta mil personas para presenciar la quinta anunciada aparición de la Virgen María.
 

De las memorias de Lucía:
 

“Al acercarse la hora fui a Cova da Iría con Jacinta y Francisco, entre numerosas personas que con mucho trabajo nos dejaban andar. Los caminos estaban apiñados de gente. Todos querían vernos y hablarnos; allí no existían respetos humanos. Mucha gente del pueblo y hasta señoras y caballeros, consiguiendo romper por entre la multitud que en torno nuestro se apiñaba, venían a postrarse de rodillas delante de nosotros pidiendo que presentásemos a Nuestra Señora sus necesidades. Otros, no consiguiendo llegar hasta nosotros, clamaban de lejos. Decía uno de ellos: ‘Por amor de Dios, pidan a Nuestra Señora que cure a mi hijo, que está imposibilitado’. Otro: ‘Que me cure a mí, que estoy ciego’. Otro: ‘A mí, que estoy sordo’. ‘Que me traiga a mi marido, a mi hijo, que están en la guerra; que convierta a un pecador; que me dé salud, que estoy tuberculoso, etc’. Allí aparecían todas las miserias de la pobre humanidad y algunos gritaban hasta de encima de los árboles y paredes, a donde subían con el fin de vernos pasar. Diciendo a unos que sí, dando la mano a otros para ayudarles a levantarse del suelo, llegamos allá gracias a algunos caballeros que nos iban abriendo paso entre la multitud. Cuando leo ahora en el Evangelio aquellas escenas tan encantadoras del paso de Jesús por Palestina, recuerdo éstas que, tan niña, Nuestro Señor me hizo presenciar en los pobres caminos y carreteras de Aljustrel a Fátima y a Cova da Iría, y doy gracias a Dios ofreciéndole la fe de nuestro buen pueblo Portugués y pienso: si esta gente así se abate delante de tres pobres niños, sólo porque a ellos les es concedida misericordiosamente la gracia de hablar con la Madre de Dios ¿qué no haría si viesen delante de sí al mismo Jesucristo?
 

El Padre Luis Gonzaga consiguió tiempo después la carta de uno de los testigos que aquel día estuvo presente en esta quinta aparición:
 

“Aquel día por la mañana, nos dirigimos F. y yo a casa de los niños para tomarles una fotografía e interrogarles. Fue aquella la escena que más me impresionó. Quedé en verdad encantado, pues su sinceridad angélica demostraba que no mentían. De la vivienda de los videntes nos dirigimos a la Casa Parroquial, donde intercambiamos con el párroco y algunos amigos sobre los sucesos del día. Llegados por fin junto a la encina, Lucía ordenó a los asistentes que rezasen el Rosario. Nunca olvidaré la profunda impresión que experimenté al ver caer de rodillas a miles de personas al mismo tiempo mientras lloraban e imploraban, llenos de fe, la protección de nuestra Madre. Lo que se vivió en aquel fugaz cuarto de hora no se puede ni olvidar ni escribir. La devoción con que invocaban a la Reina del Cielo, la augusta solemnidad del momento... todo eso constituía un admirable espectáculo conmovedor hasta el extremo”.
 

Aún no había terminado el rezo del Rosario, cuando los niños se levantaron y escudriñaron el horizonte. Habían visto el relámpago. Nuestra Señora vendría pronto. Pasados unos momentos, un globo de luz aparece ante la muchedumbre y sobre la encina se posa ya la Reina de los Ángeles.
 

De las memorias de Lucía:
 

- ¿Qué es lo que quiere de mí? (Lucía).
- Quiero que continuéis rezando el Rosario a Nuestra Señora del Rosario todos los días para alcanzar el fin de la guerra. El último mes, en octubre, haré un milagro, para que todos crean en mis Apariciones. Si no os hubiesen llevado a la aldea, el milagro hubiera sido más grandioso. Vendrá San José con el Niño Jesús para dar la paz al mundo. Vendrá también Nuestro Señor para bendecir al pueblo. Vendrá también Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de los Dolores. Dios está contento con vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda; llevadla sólo durante el día.      (Santisima Virgen María)
- Me han suplicado que os pida muchas cosas. Esta niña es sordo-muda. ¿No la quiere curar?    (Lucía)
- Durante este año experimentará alguna mejoría.     (Santa Virgen María)
- ¿Ayudará Usted a estas otras personas?     (Lucía)
- A algunos curaré, a otros no, porque Nuestro Señor no se fía de ellos.     (Santa Virgen María)
- El pueblo tiene mucho interés en tener aquí una capilla.     (Lucía)
- Empleen la mitad del dinero, que hasta hoy habéis recibido, en las andas, y sobre una de ellas pongan a Nuestra Señora del Rosario; la otra parte será para ayuda de la construcción de una capilla. (Santísima Virgen María)
- Hay muchos que dicen que yo soy una farsante y que merezco ser ahorcada o quemada viva. ¡Haga un milagro por favor para que todos crean!     (Lucía)
- Sí, en octubre haré un milagro para que todos den fe.     (Santa Virgen María)
- Unas personas me han dado unas cartas para Usted y un frasco de agua de colonia. (Lucía)
- Eso de nada sirve en el Cielo.       (Santa Virgen María)
Nuestra Señora entonces se elevó en el aire y desapareció en el horizonte. Lucía grita entonces a la gente:
 

- Si quieren verla, ¡miren para allí! (Lucía indicó la zona por donde la Virgen abandonaba el lugar)
Todos miran en dirección hacia Oriente y muchos pueden observar de nuevo el globo luminoso ahora ascendiendo hacia el Cielo. Después de unos instantes de emoción inusitada, toda la multitud se abalanzó sobre los niños para hacerles toda clase de preguntas:
 

“¿Qué dijo Nuestra Señora?... ¿Curará a mi hijo? ¿Volverá mi marido sano y salvo de la guerra? ¿Ayudará Ella a mi hijita?”.
 

Cuando los tres videntes llegaron a sus casas las encontraron repletas de gente esperando para hacerles preguntas:
 

“¿Cómo era Nuestra Señora? ¿Estáis seguros de que era la Santísima Virgen? ¡Contadnos todo lo que sucedió

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