Se cuenta el ejemplo de la Noble Condesa Dominga, quien a la muerte de su marido del primer
matrimonio, fue perseguida por los familiares de su marido de una manera atroz.
De hecho, saquearon sus Ciudades y Castillos, y pusieron todo patas arriba. Y ella, temiendo que la
mataran, buscó refugio. Ella había huido sola y desnuda, y buscaba refugio en las cuevas oscuras de los
lugares desiertos. Por miedo de los tiranos, de hecho, ninguno de sus súbditos se atrevió a acoger a la
Condesa. El nuevo acuerdo político había llevado a la Condesa a ser considerada una malechora, y a los
siervos a ser exaltados.
Se ensalzaban entre grandes banquetes mientras ella estaba devorada por el hambre. Esos villanos
defensores de la iniquidad, se apoderaban con las túnicas y riquezas de la Señora, que habían expulsado,
mientras ella, pobre, estaba ahora en una cueva, temblando y asustada, y estaba en la miserable
compañía de ranas y sapos. La infeliz estaba muriendo de hambre y sed, y cuando pensó en Dios,
irrumpió en maldiciones feroces. ¡Oh, qué difícil es, después de las alegrías de este mundo, tejer canciones
débiles! ¡O, por desgracia, cuánto más grave al final de la vida en el siglo presente para sostener los
tormentos de las infinitas especies de la muerte!
Pero eso no es suficiente. Cada hombre, si hubiera visto llorar a esa pobre mujer, habría llorado
también, por supuesto. Por desgracia, de ella ¿qué se podría haber escuchado más? Ella se había
convertido en la hija de la muerte, impía y miserable, afligida por cada mal, al igual que los Señores y las
Señoras del mundo, que viven en vicios de cada tipo.
Ella, entonces, se convirtió en una furia, ultrajó a la Majestad de Dios, agarró un cuchillo y
atravesó su pecho tres veces. Y, debido a sus heridas, cayó al suelo muriendo, extendió sus manos,
extendió sus pies y ya se podían ver en ella los signos de la muerte. ¡Ay ! La miserable vio a las legiones
del Infierno, cuyo número excedió los rayos del sol. ¡Ay! Cuánta angustia, cuántos gemidos ella tenía,
para ver las abominables y horribles legiones del Infierno, sobre cada imaginación. Oh, cuántos suspiros,
por desgracia, cuando la miserable vio la impiedad inexpresable de su condenación, la oscuridad sombría
impenetrable, la extensión incalculable de la oscuridad, y el horror sin fin del fuego del infierno. ¡Tengan
cuidado los hombres de este mundo de no terminar en el infierno!
Al final, la miserable, cautiva de la triple muerte, natural, espiritual e infernal, no fue capaz de
pensar en nada más que en la desesperación e a insultar a Dios. Cuando ella reinó, de hecho, permitió
a los blasfemos de administrar su Corte. Sin embargo, donde abundaba la iniquidad, rebosaba la gracia.
Ella, de hecho, de niña, después de escuchar la predicación de Santo Domingo, solía rezar el Rosario de la
Virgen María. De hecho, había recibido, en España, el Rosario de la Virgen María de las manos de Santo
Domingo (ya había sido canonizado). Pero entonces, derrotada por el poder político, olvidó la promesa de
recitar el Rosario, aunque siempre llevaba una maravillosa Corona del Rosario en su cinturon y en su
cuello. Sucedió una cosa maravillosa para alabar sin cesar la Clemencia de Dios y predicar siempre a la
Virgen María. En el terrible y extremo momento de la muerte, la Santísima Virgen María, acompañada
por tres hermosas Doncellas, estaba allí, y Santo Domingo que con su palo y con poderosos golpes, golpeó
a las Legiones del Infierno. Ellos, resistiendo al poder de los golpes celestiales de Domingo, huyeron
antes de que ellos avanzaran, dejando el camino despejado. Entonces la Virgen María, dirigida a la hija
de Eva, le dijo:
"Oh hija, oh hija, te has olvidado de Mí, pero Yo, en tu miseria y necesidad, te recuerdo
misericordiosamente. Durante tu juventud, me saludabas en Mi Rosario, siguiendo las exhortaciones de
Mi singular Esposo y Predicador, Domingo. Ahora, en cambio, durante mucho tiempo me has dado la
espalda. Sin embargo, ya que Mi querido amigo Domingo ha orado por ti, escucha ahora Mi
voz. Si prometes ofrecerme Mi Rosario, reconstruiré tu vida y te devolveré todos los bienes que has
perdido".
La mujer, moribunda e incapaz de hablar, aceptó con su mente, prometiendo que iba a recitar el Rosario.
María la confió entonces a Santo Domingo, quien, acercándose a la moribunda, tocó sus heridas, y dijo:
"Desde que has abandonado las tres partes de cincuenta del Rosario, has llegado hasta el punto de
infligirte tres heridas potencialmente mortales. Ahora, ya que acabas de expresar la intención de orar y
recitar las tres partes de cincuenta que habías abandonado, María te ha concedido tres remedios para
sanar."
E inmediatamente, la que estaba muriendo, si no ya era muerta, se levantó muy sana. Y, ya que ella
estaba sin ropa, Santo Domingo le dio la ropa de la esposa del Tirano, que usurpó las posesiones de la
Señora, y ella, con una escolta imaginaria, regresó a su Palacio, y por el poder de Dios, Santo Domingo
hizo que el Tirano y su mujer concubina fueran entregados a los verdugos, por lo que la Señora reanudó
el Principado por segunda vez, volviendo de nuevo a la posesión de todo lo que había perdido, y todos le
rindieron tributo. Luego tomó cautivos a todos sus enemigos, y decidió todo, a su gusto. Y finalmente, de
nuevo en posesión de todas sus posesiones, le dio las gracias a la Virgen Maria y a Santo Domingo.
Entonces mantuvo un fervor tan grande hacia el Rosario de la Virgen María, que en las grandes
fiestas, en sus palacios, ella misma predicaba el Rosario, e instó y animó a todos a recitarlo, dando a cada
uno las hermosas Coronas del Rosario. Finalmente, después de vivir, murió de una muerte gloriosa. La
Santísima Virgen María se le apareció junto con Santo Domingo, y llevó su alma al Cielo, en medio
del infinito júbilo de los Angeles y Santos. Entonces, para mantener la vida, los bienes y la salud, es
necesario recitar siempre el Rosario de la Virgen María, que en todos los lugares Santo Domingo predicó,
actuó, llevó y distribuyó a los demás. Amén.
(De los escritos del Beato Alano de Rupe: “El Santísimo Rosario: El salterio de Jesús y de María”. (Libro
5).
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