Albino Luciani fue otro judío masón y modernista infiltrado en la Iglesia. La masonería eclesial lo eligió para ocupar el rol de “Papa” hasta que muy poquitos días después se dieron cuenta que no era del todo apto para el puesto y “lo quitaron” de la silla de San Pedro. Curiosamente su pontificado duró 33 días, una cifra muy masónica. En la masonería el número 33 representa el número del sacrificio ya que fue a esa edad cuando Jesucristo fue crucificado.
Durante su breve pontificado, Albino Luciani siguió las órdenes de sus superiores masones y llevó a cabo su proyecto de destrucción de la Fe Católica a través de la predicación de herejías. Aprobó los 16 documentos del Concilio Vaticano II y manifestó públicamente que el continuaría con las "enseñanzas" del Concilio. Estas fueron algunas de sus herejías:
Padre Mario Senigaglia, secretario de Juan Pablo I cuando era “patriarca” de Venecia:
“Él estaba dispuesto a aceptar a los divorciados. También aceptaba fácilmente a otros que vivían en lo que la Iglesia llamaba pecado”.
(David Yallop, In God’s Name (An investigation into the Murder of John Paul I), Bantam Books, 1984, pp. 60-61.)
Albino Luciani (Juan Pablo I) era hijo de un socialista comprometido. Juan XXIII lo consagró personalmente obispo el 27 de diciembre 1958. Luciani fue nombrado cardenal por Pablo VI. Luciani hizo amistad con muchos acatólicos. Phillip Potter, secretario del Consejo Mundial de Iglesias, fue huésped suyo. Entre sus otros invitados había judíos, anglicanos y cristianos pentecostales. Intercambió libros y cartas muy amistosas con Hans Küng. Luciani (Juan Pablo I) citó favorablemente varias veces a Hans Küng en sus sermones (para quienes no lo conocen, Hans Küng negó la divinidad de Cristo).
“Luciani era consciente de que varios de los laicos católicos que él conocía eran miembros de logias (masónicas); de la misma manera que él tuvo muchos amigos que eran comunistas”.
[David Yallop, In God’s Name, p. 201.].
Al igual que Juan XXIII y Pablo VI, Luciani estudió la posibilidad de que la “píldora” fuese utilizada como un método “natural” de regulación de la natalidad. Dicen que Luciani era “muy compasivo” con quienes habían hecho uso de los anticonceptivos artificiales y acudían a confesarse con él.
[Raymond y Lauretta Seabeck, The Smiling Pope, p. 36.].
En abril de 1968, Albino Luciani escribió y presentó un informe a Pablo VI en que recomendaba que la Iglesia Católica debería aprobar el uso de la píldora anovulatoria desarrollada por el profesor Pincus. Luciani recomendó que esta píldora se convirtiera en la píldora católica del control de la natalidad.
[David Yallop, In God’s Name, p. 32.].
United Press International (UPI) descubrió que Luciani había abogado por una normativa del Vaticano favorable al control artificial de la natalidad. Los periódicos italianos también publicaron noticias al respecto. Para corroborar la historia, estos periódicos informaron que el documento de Luciani fue enviado a Pablo VI por el cardenal Urbani de Venecia, en el cual se hacía una fuerte recomendación a favor de la píldora anticonceptiva.
[David Yallop, In God’s Name, p. 191.].
El 13 de abril de 1968, en una conferencia que dictó en el pueblo de Vittorio Veneto acerca del control de la natalidad, Luciani hizo las siguientes observaciones:
“Es más fácil hoy en día, dada la confusión causada por la prensa, encontrar personas casadas que no creen que están pecando. Si esto es lo que sucede, puede que sea oportuno no molestarlas dada las condiciones habituales…”.
También afirmó:
“Oremos para que el Señor ayude al papa para resolver esta cuestión [que se les permita a los católicos utilizar el control de la natalidad artificial]. Tal vez nunca ha habido una pregunta tan difícil para la Iglesia; tanto por las dificultades intrínsecas y por las numerosas implicaciones que afectan a otros problemas, como por la forma aguda en la que ella afecta a la gran masa del pueblo”.
[David Yallop, In God’s Name, p. 33.].
Cuando Albino Luciani se convirtió en “patriarca” de Venecia, su secretario personal era el Padre Mario Senigaglia. Senigaglia confirmó que el punto de vista personal de Luciani sobre el divorcio habría sorprendido a sus críticos:
“Él de hecho aceptaba a los divorciados. También fácilmente aceptaba a las otras personas que vivían en lo que la Iglesia llama en pecado”.
[David Yallop, In God’s Name, pp. 60-61.].
Citando a Gandhi, Luciani dijo: “Admiro a Cristo pero no a los cristianos”.
[David Yallop, In God’s Name, p. 65.].
En un sermón de Pascua en 1976, Luciani hizo la siguiente declaración:
“Así, la moral cristiana adoptó la teoría de la guerra justa; la Iglesia permitió la legalización de la prostitución (incluso en los Estados Pontificios), mientras que, obviamente, permaneció prohibida en el plano moral”.
Esto es falso y una gran blasfemia el afirmar que la Iglesia Católica permitió la legalización de la prostitución. Como “patriarca” de Venecia, el 24 de diciembre de 1977, Albino Luciani declaró sobre la Revolución Francesa lo siguiente:
“… las intenciones de quienes encendieron la insurrección y la revolución al principio habían sido muy buenas, y la consigna proclamada era Libertad, Fraternidad, Igualdad”.
[Raymond y Lauretta Seabeck, The Smiling Pope, p. 120.].
Luciani tenía más que cualquier otro “cardenal” el espíritu del Segundo Concilio Vaticano de Juan XXIII para ponerlo en práctica. Juan Pablo I renunció a la tiara papal y sustituyó la ceremonia de coronación con una sencilla celebración.
Esto es lo que dijo Juan Pablo I en su primer discurso anunciando el programa de su “pontificado”:
“El eco de su vida cotidiana da testimonio de que, a pesar de todos los obstáculos, ella (la Iglesia) vive en el corazón de los hombres, incluso en aquellos que no comparten su verdad o no aceptan su mensaje”
[L’Osservatore Romano, 31 de agosto de 1978, p. 6.].
“Queremos continuar poniendo en práctica la herencia del Segundo Concilio Vaticano. Sus sabias normas deben ser seguidas y perfeccionadas”.
[L’Osservatore Romano, 31 de agosto de 1978, p. 6.].
En la inauguración de su pontificado, Juan Pablo I dijo:
“Saludamos también con reverencia y afecto a TODOS los pueblos del mundo. Los respetamos, y amamos como a nuestros hermanos y hermanas, ya que son hijos del mismo Padre celestial y hermanos y hermanas en Jesucristo”.
[L’Osservatore Romano, 7 de septiembre de 1978, p. 1.].
Hablando a un amigo acerca del patriarca cismático de Moscú, Nikodem, Juan Pablo I lo llamó “un verdadero santo”.
[Raymond y Lauretta Seabeck, The Smiling Pope, p. 64.].
En una carta al nuevo patriarca cismático de Moscú con motivo de su reciente fallecimiento, Juan Pablo I, dijo:
“… expresamos a su Santidad y al Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rusa nuestros sentimientos de profundo pesar. Le aseguramos nuestra oración por el eterno descanso del alma de este devoto servidor de su Iglesia y constructor de la intensificación de las relaciones entre nuestras Iglesias. Que Dios lo reciba en su alegría y su paz”.
(L’Osservatore Romano, 14 de septiembre de 1978, p. 2.)
Juan Pablo I llama un “devoto servidor de su Iglesia” al difunto cismático ruso, que rechazaba la infalibilidad papal y los últimos 13 concilios dogmáticos. Juan Pablo I, discurso angelus, 10 de septiembre de 1978:
“Él (Dios) es nuestro Padre, más aún, Él es nuestra madre”.
[L'Osservatore Romano, 21 de septiembre de 1978, p. 2.].
Esto es una gravísima blasfemia ya que El es solo nuestro Padre. Nuestra Madre es la Santisima Virgen María.
MUERTE DE JUAN PABLO I
El Vaticano afirmó que Juan Pablo I murió de un ataque cardiaco fulminante alrededor de las 23 hrs. del 28 de septiembre de 1978. pero hay quienes afirman que fue envenenado con cianuro por la masonería eclesial. Nunca se ha podido demostrar pero lo que si se sabe es que no se le realizó autopsia. ¿Sería para ocultar pruebas?

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