SABADO 1 DE JUNIO ROSARIO PERPETUO POR EL FIN DEL ABORTO

 


 

Cofradía la virgen del Rosario organiza rosario perpetuo por el fin del aborto. Pediremos a la Santísima Virgen que envíe inspiraciones a esas madres que tienen cita en un abortorio para matar a su bebe, para que decidan dar marcha atrás y continúen con sus embarazos. 

Con el rezo del Santo Rosario podemos salvar las vidas de esos bebes. 

Inscríbete:


cofradialavirgendelrosario@gmail.com

 

 ROSARIO PERPETUO VIDEO

 

ROSARIO EN PDF 


 

 


 

LOS NUEVOS CAMBIOS

 


 

CONCILIO VATICANO II 

 

NUEVOS SACRAMENTOS 

 

MISA NUEVA 

 

 

HEREJES


 

 

 

 MARTÍN LUTERO

 

 JOSE MARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER

 

KIKO ARGUELLO 

 

ANGELO RONCALI (JUAN XXIII) 

 

GIOVANNI BATTISTA MONTINI (PABLO VI) 

 

ALBINO LUCIANI (Juan Pablo I)

 

KAROL WOJTYLA (JUAN PABLO II) 

 

JOSEPH RATZINGER (BENEDICTO XVI) 

 

JORGE MARIO BERGOGLIO (FRANCISCO) 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


 

Era el año 1582. Un día, después de un incidente particularmente amargo con una de sus hermanas, Madre Mariana fue a los pies de Jesucristo, comunicándole su tormento y suplicándole por fortaleza. Mientras hablaba con Jesús, en un instante, oyó un ruido enorme, y vió que la Iglesia entera se había quedado inmerso en una oscuridad, como de polvo y humo. Mirando hacia arriba, la hermana Mariana vió el Altar principal iluminado como si fuese de día. De repente el Sagrario se abrió saliendo de él el Santo Cristo, del mismo tamaño que en el Gólgota; la Santísima Virgen a los pies, San Juan y la Magdalena virtiendo lágrimas como perlas. Viendo esto, la humilde virgen se creyó culpable, se postró en tierra con los brazos extendidos en forma de cruz, clamando:
 

«Señor yo soy la culpable,castígame a mí, pero perdona a tu pueblo».
 

Entre tanto el Ángel de la Guarda la levantó diciéndole:
 

«No eres la culpable, levántate y ven te voy a comunicar un gran secreto».
 

Se levantó y vió a la Santísima Virgen:
 

«Mi Señora, le dice, ¿soy yo la culpable?».
 

A lo que Ella le respondió:
 

«No eres tú culpable sino el mundo pecador!».
 

En esto el Señor comenzó a agonizar y se escuchó la Voz del Padre Eterno que decía:
 

«Este castigo será para el Siglo XX!».

Vió tres espadas sobre la cabeza del Santo Cristo y en cada una decía:
 

«Castigaré la herejía, la blasfemia, y la impureza».
 

Madre Mariana supo, entonces, todo lo que acontecería en el Siglo XX. La Santísima Virgen prosiguió:
 

«¿Quieres, hija mia, sacrificarte por el pueblo de ese tiempo?».
 

A lo que Mariana respondió:
 

«Mi voluntad está dispuesta».
 

E inmediatamente las espadas se desprendieron del Santo Cristo, clavándose en el corazón de Mariana, la cual cayó muerta por la violencia del dolor. Ella se presentó ante el Juicio de Dios. Nuestro Señor le presentó dos coronas: una de la gloria inmortal cuya hermosura nadie podría expresar, y la otra de azucenas blancas rodeadas de espinas, y le dijo: 

«Esposa mía escoge cualquiera de estas coronas».
 

Ella tuvo que escoger entre la gloria del Paraíso y la gloria de su regreso a la tierra, para sufrir como víctima de sacrificio para aplacar la divina Justicia por las herejías, impiedades y las impurezas que se cometerán en el siglo XX.
 

Asegurada por las palabras de la Virgen María y su promesa de ayudarle en esta terrible prueba, la hermana Mariana respondió:
 

«Mi señora y Madre, cúmplase en mí la Voluntad Divina».
 

Después de estas palabras, Mariana escogió, humildemente y con resignación, la corona de azucenas rodeadas de espinas y regresó al mundo a ofrecerse.

VIRGEN DEL BUEN SUCESO


 

 

 

 APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

 

PRIMERA APARICIÓN

 

SEGUNDA APARICIÓN

 

 TERCERA APARICIÓN

 

LA DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO 

 

 CUARTA APARICIÓN

 

QUINTA APARICIÓN 

 

SOLEMNE CONSAGRACIÓN DE LA ESTATUA 

 

LA VISIÓN DE LA FURIA DEL DIABLO 

 

SEXTA APARICIÓN 

 

APARICIÓN DE JESUCRISTO 

 

SÉPTIMA APARICIÓN 

 

 LA MUERTE DE LA MADRE MARIANA 

 

 

 

 

 

 

NUEVOS SACRAMENTOS


 

 

SACRAMENTO DEL ORDEN
 

Además de la invalidez de los cambios hechos en la misa, el diablo sabía que tenía que alterar el rito de ordenación para que los sacerdotes de la nueva Iglesia también fuesen inválidos. Así como para los sacramentos del bautismo y matrimonio no es esencialmente necesario que lo administre un obispo o sacerdote, para el resto de sacramentos si lo es.
 

El nuevo rito de las sagradas órdenes (obispos, sacerdotes, diáconos) fue aprobado e impuesto por Pablo VI el 18 de junio de 1968. Los cambios de Pablo VI iban dirigidos a modificar la sustancia del sacramento. Recordemos que un Sacramento es una señal externa que fue instituida por Jesucristo para concedernos la gracia santificante. Para que un sacramento sea valido se requiere: “Ministro, Materia, Forma, Intención y un válido Receptor del Sacramento”. De faltar una sola de estas condiciones el Sacramento sería totalmente nulo, por lo tanto no recibiríamos la gracia. Recordemos también que solo el obispo puede administrar el sacramento del orden y el de la confirmación.
 

El 29/02/1964, los modernistas crearon un organismo cuyo secretario fue Bugnini, masón de alto rango. Este organismo lo llamaron “Consilium ad ex sequendam Constitutionem de Sacra Liturgia” con el objetivo de modificar los ritos sacramentales. Como el objetivo era hacer que los sacramentos fueron inválidos, comenzaron con el Sacramento del Orden el 06/04/1969. La iglesia desde su fundación siempre ha conservado la materia y forma de cada sacramento y siempre se estableció que nunca se podría modificar. El 30/11/1947, el Papa Pío XII, publicó la constitución apostólica “Sacramentun Ordinis” en la que declara por virtud de su suprema autoridad que el principio general para la validez del Sacramento del Orden no es otro que la “forma” indique inequívocamente tanto el efecto del sacramento, es decir, el poder del Orden (diaconado, sacerdote u obispo) como la Gracia del Espíritu Santo. Por lo tanto, la forma del Sacramento debe ser univoca a la hora de expresar estos efectos.
 

CONSAGRACIÓN DE OBISPOS
 

Papa Pío XII, Sacramentum ordinis, 30 de noviembre de 1947:
 

“En cuanto a la materia y forma en la colación de cada una de las órdenes, por nuestra misma suprema autoridad apostólica decretamos y constituimos lo que sigue:… en la ordenación o consagración episcopal… La forma consta de las palabras del “Prefacio” de las que son esenciales y, por tanto, requeridas para la validez, las siguientes:
 

“Comple in Sacerdote tuo ministerii tui summam, et ornamentis totius glorificationis instructum coelestis unguenti rore sanctifica.“
 

“Completa en tu Sacerdote la suma de tu ministerio y, provisto de los ornamentos de toda glorificación, santifícalo con el rocío del ungüento celeste.”.
 

“La suma de tu Ministerio y los ornamentos de toda glorificación” expresan claramente el poder de la orden del Sacramento del Episcopado que es la “plenitud del sacerdocio”.. “El rocío del ungüento celeste” se refiere claramente a la gracia del Espíritu Santo.
 

En el rito de 1968 de Pablo VI, la nueva forma es la que se muestra a continuación. Ambas formas tienen sólo una cosa en común, la palabra “et”, que significa “y”.
 

"Et nunc effunde super hunc Electum eam virtutem, quae a te est, Spiritum principalem, quem dedisti dilecto Filio Tuo Iesu Christo, quem Ipse donavit sanctis Apostolis, qui constituerunt Ecclesiam per singula loca, ut sanctuarium tuum, in gloriam et laudem indeficientem nominis tui".
 

“Y ahora Infunde en este elegido el poder que viene de ti, el Espíritu gobernador, que diste a tu amado Hijo Jesucristo, y Él lo ha transmitido a los santos apóstoles, que en diferentes partes del mundo han establecido la Iglesia como santuario tuyo para gloria y alabanza perenne de tu nombre”.
 

A primera vista parece que hace mención al Espíritu Santo, sin embargo, no especifica el poder del Sacramento del Orden que se va a recibir ni la plenitud del sacerdocio que constituye el episcopado. Se reemplaza “sacerdote” por “elegido” y no se percibe el poder específico del Orden que se desea transmitir. No solamente se eliminan palabras decretadas por Pío XII como "Esenciales" para la validez del Sacramento, sino que NO se expresa que lo que está teniendo lugar es la consagración de un obispo. Se reemplaza Espíritu Santo por Espíritu Gobernador. ¿Cual es ese espíritu? ¿Podría ser el Espíritu del Maligno? Los obispos luteranos, anglicanos y mormones también gobiernan. Ese "Espiritu Gobernador" no representa la plenitud del sacerdocio católico que constituye el episcopado, por lo tanto ese sacramento es invalido y ese sacerdote no ha sido ordenado obispo. Las palabras “Spiritus Principalis” vienen de las palabras Griegas: “Hegemonicos principalis” que significa “el regalo del Espíritu apropiado para un líder”. De ahí se traduce al vernacular como: “goberning Spirit” en inglés o “Espíritu Gobernador” en Español. Por lo tanto, "Spiritus principalis" puede significar muchas cosas y queda claro que no especifica el poder de la orden propia para el episcopado. 

Ni siquiera se pide al Espíritu Santo que descienda para realizar la ordenación. Suponiendo que fuera una referencia al Espíritu Santo, con esta ordenación no se expresa que es lo que está haciendo el Espíritu Santo o cual es la finalidad. Pio XII en “Sacramentun Ordinis” declaró que la forma para el rito del Orden debe expresar inequívocamente los efectos del sacramento, es decir, el poder de la orden y la Gracia del Espíritu Santo. La nueva forma falla en estos dos puntos. La expresión Espíritu gobernador no es univoca, es decir, no es un término que significa una sola cosa. La forma de un Sacramento no puede ser ambigua porque daría pie a generar dudas en los fieles que reciben el Sacramento.
 

La iglesia nos enseña que un sacramento que no expresa claramente que está sucediendo o cual es el fin de la forma del sacramento, es considerado inválido. La consagración episcopal confiere facultades específicas para el nuevo obispo: el de ordenar, a su vez, a sacerdotes y obispos. Esto está totalmente ausente en el rito reformado. Además del cambio tan devastador a la forma esencial, muchas otras cosas han sido eliminadas. De hecho, no hay ni una declaración sobre el efecto sacramental que la consagración episcopal produce. Nótese que también se reemplaza la palabra “Sacerdote” por “elegido”. Todos los bautizados somos elegidos pero no todos los bautizados somos sacerdotes. Con esas palabras podría parecer que se está pidiendo a Dios que envíe el Espíritu Santo a un simple laico. En la forma de la ordenación episcopal es esencial para la validez del sacramento que aparezca la palabra sacerdote.
 

En el rito tradicional de la consagración episcopal, el que va a consagrar instruye al obispo elegido en los términos siguientes:
 

“Un Obispo juzga, interpreta, consagra, ordena, ofrece, bautiza y confirma”.
 

Esto ha sido eliminado.
 

En el rito tradicional, al que va a ser obispo se le pide que confirme su creencia en cada uno de los artículos del Credo. Esto ha sido eliminado.
 

En el rito tradicional, al que va a ser obispo se le pregunta si “anatematizará toda herejía que surja en contra de la Santa Iglesia Católica”. Esto ha sido eliminado.
 

La supresión de este requisito de anatematizar la herejía es importante, porque de hecho ésta es una de las funciones principales de un obispo. Pero a Pablo VI no le interesaba que nadie anatemice herejías, más bien todo lo contrario, que se propaguen.
 

En el rito tradicional, después de la oración consagratoria, las funciones de un obispo son especificadas nuevamente con estas palabras:
 

“Dadle, oh Señor, las llaves del reino de los cielos… todo lo que atare sobre la tierra, sea también atado en los cielos; y todo lo que desatare sobre la tierra, sea también desatado en los cielos. A quienes él retenga los pecados les serán retenidos, y perdónales los pecados a quienes él se los perdone… Concédele, oh Señor, una sede episcopal…”. 

Esta oración ha sido abolida por completo en el nuevo rito.
 

La oración para la ordenación de obispos del nuevo Pontifical carece de un elemento esencial, la referencia expresa a la potestad de consagrar a los ordenados. En la Constitución Apostólica firmada por Montini (Pablo VI), en la sección dedicada al Orden Episcopal faltan dos de los principales pilares enseñados por el Papa Pío XII para la validez de la consagración: la frase “el Espíritu que gobierna y guía”, ciertamente no está indisolublemente ligada al efecto sacramental que se quiere imprimir y no sugiere ni remotamente el poder específico que debe tener del Orden Episcopal. Con la nueva fórmula se cambia sustancialmente el significado de la oración anterior, en el que “la plenitud del sacerdocio de Cristo en el ministerio episcopal” y / o “la plenitud y totalidad del ministerio sacerdotal” tenía un apoyo innegable y evidente.  

Cualquier cambio en la sustancia de la “forma sacramental”, como enseña la doctrina Teológica, hace que el sacramento sea inválido. El Rito de 1968 no puede crear un obispo válido porque como tal, es incapaz de Imprimir el sello del sacerdocio o episcopado. Pio XII en Sacramentun Ordinis declaró que la iglesia no tiene autoridad sobre el significado de la forma porque esto pertenece a la sustancia del Sacramento instituido por Jesucristo. Nuestro Señor estableció que para las ordenaciones de ministros la iglesia debe utilizar materias y palabras que expresen claramente el poder del Sacramento de la Orden. El nuevo rito de ordenación desobedece lo que estableció Jesucristo ya que no expresa claramente el poder del Sacramento. 

Esta modificación que realizó Pablo VI no solo es un acto de desobediencia a Jesucristo sino un acto de rebeldía contra Dios. Pablo VI parece haber concluido que el Espíritu Santo, que inspiró durante casi dos mil años a la iglesia con la forma para la ordenación de ministros, se equivocó y el llega ahora para arreglar su error. El Espíritu Santo no se puede equivocar y lo que establece lo establece "PARA SIEMPRE"

Esta es una clara evidencia que demuestra que Pablo VI no fue un verdadero Papa ni fue elegido por el Espíritu Santo. Desde entonces, todos los Papas que fueron ordenados obispos por el rito nuevo no recibieron el Sacramento por lo tanto nunca fueron Papas. Todos los obispos ordenados por el rito nuevo no son obispos y cuando han ordenado a sacerdotes ya sea por el rito nuevo o antiguo no se ha producido el sacramento. Los sacerdotes que reciban la ordenación de estos falsos obispos no reciben el sacramento del orden y los laicos que acuden a recibir sacramentos de estos sacerdotes no reciben ni los sacramentos ni la gracia. Estos falsos obispos y sacerdotes no solo están en la secta novus ordo sino que también están en muchos entornos tradicionales. Muchas de las misas tradicionales que se celebran hoy en el mundo son inválidas por este motivo. La mayoría de los católicos desconocen esta realidad y acuden a estas "misas" para inconscientemente recibir solamente un pedazo de pan. Además en "Pontificalis Romani", Pablo VI impone que de ahora en adelante solo se celebre el nuevo rito de ordenación. Según un decreto de la congregación de los ritos de Novus Ordo con fecha 15/08/1969, el nuevo rito de ordenación de Montini pasó a ser obligatorio para toda la Iglesia Católica desde el 06/04/1969. Por lo tanto podemos afirmar que desde esa fecha probablemente todas las ordenaciones de obispos y sacerdotes han sido INVALIDAS. Las consecuencias han sido devastadoras. Los fieles no reciben ningún tipo de gracia y por este motivo se han reducido las vocaciones y a ha aumentado el porcentaje de católicos tibios y relativistas quienes no gozan de ni siquiera un grado mínimo de santidad.
 

CONSAGRACIÓN DE LOS SACERDOTES
 

Además de la invalidez de los cambios hechos en la misa, Satanás sabía que tenía que alterar el rito de ordenación para que los sacerdotes de la nueva Iglesia también fuesen inválidos. El nuevo rito de las sagradas órdenes (obispos, sacerdotes, diáconos) fue aprobado e impuesto por Pablo VI el 18 de junio de 1968. La siguiente información es crucial que la conozca todo católico, puesto que se refiere a la validez de todo “sacerdote” ordenado dentro de la estructura diocesana desde 1968, y, en consecuencia, se refiere a la validez de la administración de sus sacramentos. El 30 de noviembre de 1947, el Papa Pío XII publicó una constitución apostólica llamada “Sacramentum ordinis”. En esa constitución, el Papa declaró ―por virtud de su suprema autoridad apostólica― cuáles son las palabras necesarias para que una ordenación sea válida para el sacerdocio.
 

LA FORMA TRADICIONAL PARA LA ORDENACIÓN SACERDOTAL
 

Papa Pío XII, “Sacramentum ordinis”, 30 de noviembre de 1947:
 

“Siendo esto así, después de invocar la lumbre divina, con nuestra suprema autoridad apostólica y a ciencia cierta, declaramos y, en cuanto preciso sea, decretamos y disponemos:… En la ordenación presbiteral, la materia es la primera imposición de manos del obispo que se hace en silencio… La forma [de la ordenación] consta de las siguientes palabras del ‘Prefacio’ de las que son esenciales y, por tanto, requeridas para la validez, las siguientes:
 

“Da, te rogamos, Padre omnipotente, a este siervo tuyo, la dignidad del Presbiterio (presbyterii dignitatem); renueva en sus entrañas el espíritu de santidad para que alcance, recibido de ti, oh Dios, el cargo del segundo mérito y muestre con el ejemplo de su conducta, la severidad de las costumbres”
 

LA NUEVA FORMA PARA LA ORDENACIÓN SACERDOTAL
 

“Concede, te rogamos, Padre omnipotente, a este siervo tuyo, la dignidad del Presbiterio; renueva en sus entrañas el espíritu de santidad. Alcance recibido de ti, oh Dios, el cargo del segundo mérito y muestre con el ejemplo de su conducta la severidad de las costumbres”.
 

La diferencia entre las dos formas está en que en el nuevo rito se ha omitido la palabra latina “ut” (que significa: “para que”). Esto puede parecer insignificante, pero en “Sacramentum ordinis”, Pío XII declaró que esta palabra era esencial para la validez. Además, la omisión de “para que” sugiere una relajación de la designación del efecto sacramental (que confiere el oficio de segundo rango). En otras palabras, la eliminación de “para que” presupone una ordenación que ya ha sido realizada, pero que no se realiza a medida que se pronuncian las palabras. Puesto que el nuevo rito pretende ser el rito romano, esta eliminación de “ut” (“para que”) hace que el nuevo rito sea inválido. Sin embargo, hay todavía un problema mucho mayor.
 

El masón Pablo VI elimina la palabra “para que”. Pio XII en “Sacramentus Ordinis” dejó claro que esta palabra y las demás eran esenciales para la validez y dejó claro que nunca se podía eliminar una sola palabra. Llegados a este punto debemos contemplar dos posibilidades. La primera que Pio XII no actuó inspirado por el Espíritu Santo. En este caso la modificación que realizó Pablo VI no significaría necesariamente la invalidez del sacramento. La segunda opción es que Pío XII si actuó inspirado por el Espíritu Santo. Tengamos en cuenta que, a diferencia de Pablo VI, fue un Papa Santo y que tuvo una conducta intachable. Si fue el Espíritu Santo quien ordenó que dichas palabras:
 

“SON ESENCIALES Y NECESARIAS PARA LA VALIDEZ DEL ORDEN”, y que “SI SE ELIMINA UNA SOLA EL SACRAMENTO QUEDA INVÁLIDO”; entonces podemos decir que la ordenación del rito nuevo es invalida porque Pablo VI eliminó varias palabras, por tanto modificó la “Forma”, es decir DESOBEDECIÓ A DIOS.
 

Todas las ordenaciones hechas por el rito nuevo de Pablo VI están siendo invalidas a los ojos de Dios por el mero hecho de haber realizado esta modificación. Si la ordenación sacerdotal queda invalida, el resto de los sacramentos quedan también inválidos. El cambio a la forma esencial no es el único problema con el nuevo rito de ordenación promulgado por Pablo VI. Los siguientes puntos son demasiado importantes, debido a que el sacramento del orden, si bien fue instituido por nuestro Señor Jesucristo, no fue instituido por nuestro Señor con una forma sacramental específica ―a diferencia de los sacramentos de la eucaristía y del bautismo, que fueron instituidos con una forma sacramental específica― de modo que el significado e importancia de la forma de las palabras en la ordenación, están dados por los ritos y ceremonias que la circundan.
 

En su famosa bula, “Apostolicae curae”, del 13 de septiembre de 1896, el Papa León XIII declaró solemnemente que las ordenaciones anglicanas son inválidas. Esto significa que la secta anglicana no tiene sacerdotes ni obispos válidos. 

Papa León XIII, Apostolicae curae, 13 de septiembre de 1896:
 

“Por propia iniciativa y a ciencia cierta, pronunciamos y declaramos que las ordenaciones hechas en rito anglicano han sido y son absolutamente inválidas y totalmente nulas”.
 

Al hacer esta declaración solemne, debe entenderse que el Papa León XIII no solo estaba haciendo inválidas las ordenaciones anglicanas por el hecho de separarse de la iglesia católica, sino que estaba declarando que eran inválidas debido a los defectos en el rito. Pero, ¿cuáles eran los defectos o problemas que León XIII veía en el rito anglicano que contribuían a su invalidez?
 

Papa León XIII, Apostolicae curae, 13 de septiembre de 1896:
 

“Cuando alguien hace un correcto y serio uso de la forma debida y de la materia requerida para efectuar o conferir el sacramento, por ese mismo hecho, se considera que él hace lo que la Iglesia hace. Sobre este principio se basa la doctrina de que un sacramento se confiere verdaderamente por el ministerio de un hereje o un no bautizado [significando que una persona no bautizada sólo puede conferir el sacramento del bautismo, pero no los otros sacramentos], con tal que se emplee el rito católico. Por otra parte, si se cambia el rito, con la intención manifiesta de introducir otro rito no aprobado por la Iglesia y rechazar lo que la Iglesia hace, y lo que por la institución de Cristo pertenece a la naturaleza del sacramento, entonces está claro que no sólo es necesaria la intención requerida para el sacramento, sino también la intención es adversa y destructiva del sacramento”.
 

Aquí vemos al Papa León XIII enseñando que si un ministro utiliza el rito católico en conferir el sacramento del orden, con la materia y forma correcta, por esa misma razón se considera que ha tenido la intención de hacer lo que la Iglesia hace (la intención de hacer lo que la Iglesia hace es necesaria para la validez de cualquier sacramento). Por otra parte, nos dice, que si se cambia el rito con la manifiesta intención de introducir un nuevo rito no aprobado por la Iglesia, y rechazando lo que la Iglesia hace, entonces la intención no es solamente insuficiente, sino que es destructiva del sacramento. ¿Y cuáles son las cosas que describe el Papa León XIII que demuestran la intención destructiva del rito anglicano de ordenación?
 

Papa León XIII, Apostolicae curae, el 13 de septiembre de 1896:
 

“Porque, al dejar de lado las otras razones que muestran que esto es insuficiente para la intención en el rito anglicano, que para todos sea suficiente este argumento: por ellos ha sido deliberadamente eliminado todo lo que establece la dignidad y oficio del sacerdocio en el rito católico. Por consiguiente, esta forma no puede considerarse apta o suficiente para el sacramento, puesto que omite lo que en esencia debe significar”.
 

Papa León XIII, Apostolicae curae, el 13 de septiembre de 1896:
 

“Por tanto sucede que, como el sacramento del orden y el verdadero sacerdotium [el sacerdote sacrificador] de Cristo fue completamente eliminado del rito anglicano, y dado que el sacerdotium [sacerdocio] no es de ninguna manera conferido verdadera y válidamente en la consagración episcopal del mismo rito, por la misma razón, por tanto, el episcopado de ninguna manera se puede conferir verdadera y válidamente por éste, y esto tanto o más cuanto que está entre los primeros deberes del episcopado el de la ordenación de los ministros para la santa eucaristía y el sacrificio”
 

Papa León XIII, Apostolicae curae, el 13 de septiembre de 1896:
 

“Estando plenamente conscientes de la conexión necesaria entre la fe y el culto, entre ‘la ley de la creencia y la ley de la oración’, bajo pretexto de regresar a la forma primitiva, ellos corrompieron en muchas maneras el orden litúrgico para acomodarlo a los errores de los reformadores. Por esta razón, en todo el ordinal, no sólo no hay ninguna mención clara del sacrificio, de la consagración, del sacerdotium [sacerdocio sacrificador], sino, como ya hemos declarado, todo rastro de estas cosas, que estaban en las oraciones del rito romano, aunque no las han rechazado por completo, fue deliberadamente eliminado y borrado. De esta manera, el carácter natural ―o el espíritu, como suele llamarse―del ordinal se manifiesta claramente en sí mismo. Por tanto, si adolece en su origen, es totalmente insuficiente para conferir las órdenes, y es imposible que en el transcurso del tiempo se volviera suficiente, puesto que no se ha hecho ningún cambio”.
 

Papa León XIII en la Bula “Apostolis secure” estableció:
 

“Habiéndonos estrictamente en este asunto a los decretos de los pontífices, nuestros predecesores, y confirmándolos más plenamente y por decirlo así, renovándolos por nuestra autoridad por propia iniciativa y a ciencia cierta, pronunciamos y declaramos que las ordenaciones llevadas a cabo conforme al rito anglicano han sido y son absolutamente invalidas y totalmente nulas”.
 

Aquí el Papa León XIII habló “ex catedra”, por lo tanto esta bula es infalible y tiene vigencia para siempre.
 

En el rito antiguo el obispo proclama la siguiente oración:
 

“Transforme con su bendición inmaculada el pan y el vino en el cuerpo y sangre de tu Hijo para bien de tu pueblo”.
 

Esta oración fue eliminada por Pablo VI.
 

Estas son algunas de las oraciones y ceremonias específicas que establecen la verdadera naturaleza del sacerdocio en el rito tradicional y que han sido eliminadas específicamente en el nuevo rito de ordenación del Pablo VI:
 

En el rito tradicional el obispo entona el “Veni Creator Espiritus” mientras unge las manos del sacerdote al mismo tiempo que dice:
 

“Dígnate Señor consagrar y santificar estas manos por esta unción y bendición nuestra para que todo lo que bendigan sea bendito y todo lo que consagren quede consagrado y santificado en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo”.
 

Esta oración fue eliminada por Pablo VI. Por lo tanto ese presbítero no tendrá poder ni para bendecir ni para consagrar.
 

En el rito tradicional, el obispo se dirige a los ordenados y dice:
 

“Porque es deber del sacerdote ofrecer el sacrificio, bendecir, dirigir, enseñar y bautizar”.
 

Esta admonición ha sido abolida.
 

A continuación, en el rito tradicional sigue la Letanía de los Santos. Ella ha sido abreviada en el nuevo rito. El nuevo rito suprimió la siguiente afirmación:
 

“Que os dignéis reconducir a todos los que se han desviado de la unidad de la Iglesia, y llevar a todos los creyentes a la luz del Evangelio”.
 

Resulta escalofriante que a Pablo VI no le interesara que haya unidad en la iglesia y que los católicos vivamos en la luz del Evangelio.
 

A continuación, en el rito tradicional, después de pronunciada la forma esencial, que ha sido cambiada en el nuevo rito (véase arriba), el obispo reza otra oración, que incluye lo siguiente:
 

“Que su misión sea cambiar con la bendición incorrupta, para el servicio del pueblo, el pan y el vino en el cuerpo y sangre de tu Hijo”.
 

Esta admonición ha sido abolida. De esta manera se inhabilita al sacerdote para poder realizar con sus manos el milagro de la transustanciación.
 

En el rito tradicional, el obispo entona a continuación el “Veni Creator Spiritus” mientras unge a cada sacerdote diciendo:
 

“Dignaos, Señor, consagrar y santificar estas manos por esta unción y nuestra bendición. Que todo lo que bendigan sea bendito y que todo lo que consagren sea consagrado y santificado en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
 

Esta oración ha sido abolida. Y esta oración es tan importante que fue incluso mencionada por Pío XII:
 

Papa Pío XII, Mediator Dei, # 43, 20 de noviembre de 1947:
 

“Además, como ya hemos dicho, sólo ellos [los sacerdotes] están investidos del carácter indeleble que los ‘configura’ al Sacerdocio de Cristo, y sólo sus manos son consagradas ‘para que sea bendito todo lo que bendigan, y todo lo que consagren sea consagrado y santificado en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
 

Nótese que Pío XII, al hablar de cómo los sacerdotes han sido marcados en la ordenación, hace referencia a esta muy importante oración que fue abolida específicamente en el nuevo rito de 1968 de Pablo VI. Poco después de esta oración en el rito tradicional, el obispo le dice a cada ordenado:
 

“Recibid el poder de ofrecer sacrificios a Dios, y celebrar la misa, tanto para los vivos y los muertos, en el nombre de nuestro Señor”.
 

Esta importante oración también ha sido eliminada en el nuevo rito. En el rito tradicional, los nuevos sacerdotes a continuación concelebran la misa con el obispo. Al final, cada nuevo sacerdote se arrodilla ante el obispo, que impone sus manos sobre la cabeza de cada uno diciendo:
 

“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les serán perdonados; y a quienes se los retuviereis les serán retenidos”.
 

Esta ceremonia y esta oración han sido abolidas. Esta ceremonia y estas mismas palabras las estableció Jesucristo para la ordenación sacerdotal como podemos comprobar en el Evangelio. Pues bien, esta ultima ceremonia y esta oración también fueron eliminadas por Pablo VI. Es un pecado gravísimo atreverse a modificar las palabras de Jesucristo. Al modificar la “forma”, Pablo VI está transmitiendo el mensaje de que Jesucristo se equivocó y que se debe hacer de otra manera. Esta es la forma que Pablo VI estableció:
 

“Recibe la ofrenda del pueblo Santo, para presentarla a Dios”.
 

En el rito tradicional:
 

“… a continuación los nuevos sacerdotes prometen obediencia a su obispo, quien les ‘encarga’ tener en cuenta que el ofrecer la santa misa no está exenta de riesgos, y que deben aprender de diligentes sacerdotes todo lo que sea necesario, antes de comprometerse temerosamente en tal responsabilidad”.
 

Esta admonición ha sido abolida. También suprimió la bendición final que decía así:
 

“La bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre vosotros para que seáis colmados de bendiciones en el orden sacerdotal y ofrezcáis sacrificios propiciatorios por los pecados y las ofensas del pueblo a Dios Omnipotente a quien sea el honor y la gloria por todos los siglos de los siglos”.
 

Esta bendición ha sido abolida.
 

Papa León XIII, “Apostolicae curae”, 13 de septiembre de 1896:
 

“Por esta razón en todo el Ordinal no sólo no hay ninguna mención clara del sacrificio, de la consagración, del sacerdotium [sacerdocio sacrificial], sino, como hemos dicho, todo rastro de estas cosas que estaban en las oraciones del rito católico fueron eliminadas deliberadamente y por completo. En esta manera el carácter natural ―o el espíritu como suele llamarse― del Ordinal se manifiesta claramente”.
 

El nuevo rito se ajusta precisamente a esta descripción. ¿Podría alguien negar este hecho? Para hacerlo tendría que dar falso testimonio. El nuevo rito de la ordenación eliminó específicamente el sacerdocio sacrificial. La intención manifiesta es contraria a la intención de la Iglesia y no puede ser suficiente para su validez.
 

Papa León XIII, “Apostolicae curae”, el 13 de septiembre de 1896:
 

“Porque, al dejar de lado otras razones que demuestran que esto es insuficiente para el propósito en el rito anglicano, que para todos sea suficiente este argumento: de ellos han sido deliberadamente eliminadas todas las formas de dignidad y oficio del sacerdocio en el rito católico. Esa forma, consiguientemente, no puede considerarse apta o suficiente para el sacramento porque omite lo que debe esencialmente significar”
 

Santo Tomás de Aquino, Summa Teologica, Pt. III, q. 60, a. 8:
 

“… la intención es esencial para el sacramento, como se explicará más adelante. Por tanto, si se intentase con esta adición o sustracción realizar un rito distinto al reconocido por la Iglesia, el sacramento no es válido, pues no parece tener la intención de hacer lo que hace la Iglesia”.
 

Todo lo descrito arriba por el Papa León XIII acerca de la invalidez del rito de ordenación anglicano, la eliminación sistemática de toda referencia al sacrificio de la misa, la consagración y el verdadero sacerdocio sacrificador, son exactamente las mismas cosas que ocurrieron en el nuevo rito de ordenación promulgado por Pablo VI.
 

El nuevo rito menciona que los candidatos para la ordenación deben ser elevados al “sacerdocio”, pero también lo mismo dice el anglicano inválido. El hecho es que el Papa León XIII explica en “Apostolicae curae” que si un rito de ordenación implica la exclusión del poder de “ofrecer los sacrificios propiciatorios”, como hace el nuevo rito, entonces es necesariamente inválido, si bien que pueda expresar o mencionar la palabra “sacerdote”.
 

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, también admitió que la teología católica del sacerdocio no se hizo explícita en el rito de 1968. El hecho es que el nuevo rito de Pablo VI es un rito totalmente nuevo, que rechaza lo que la Iglesia hace al rechazar lo que por institución de Cristo pertenece a la naturaleza del sacramento [el sacerdocio sacrificial], por lo que es evidente que la intención necesariamente manifestada por este rito es insuficiente, e incluso adversa y destructiva del sacramento del orden sacerdotal (León XIII).
 

Estos hechos demuestran que el nuevo rito de ordenación de Pablo VI no puede considerarse válido, sino que debe ser considerado nulo. Este nuevo rito, al igual que el rito de ordenación de obispos, ha sido desde entonces impuesto por la masonería eclesial de la secta Vaticano II. La mayoría de las ordenaciones han sido por el rito nuevo y a los seminaristas que solicitaron ser ordenados por el rito antiguo se les ha denegado esa posibilidad. Por lo tanto todos los “sacerdotes” ordenados por el rito nuevo son simples seglares, salvo una minoría que han logrado volver a ser ordenados por un obispo válido en el rito tradicional. Este número de sacerdotes es muy escaso y a día de hoy están en la “iglesia clandestina” o “iglesia de las catacumbas”.
 

CONCLUSIÓN
 

Eliminaron todas las oraciones relacionadas con el sacrificio de la misa y sobre el sacerdote sacrificador. Es decir hicieron lo mismo que los anglicanos. Recordemos que por este motivo Leon XIII declaró nulos los sacramentos de la Iglesia Anglicana. Un Papa no puede contradecir y eliminar ritos y oraciones que previos Papas, inspirados por el Espíritu Santo, ya habían aprobado. Lo que el Espíritu Santo establece, lo establece PARA SIEMPRE porque Dios no se puede equivocar y no tiene necesidad de rectificar, ya que si la tuviera, significaría que Dios comete errores. Todas las modificaciones que Pablo VI instituyó en el Sacramento del Orden fueron encaminadas a eliminar el carácter del sacerdote católico para convertirlo en un simple pastor protestante, presidente y guía de la comunidad.
 

Los rituales de ordenación sacerdotal anglicanos son prácticamente iguales a los rituales católicos instituidos por Pablo VI, lo cual, según la bula del Papa Leon XIII, pasan a ser nulos. Fallan en dos de los requisitos para hacerlos validos:
 

“defecto de forma” y “defecto de intención”. Bergoglio que fue ordenado sacerdote el 13/11/1969 por el nuevo rito y años mas tarde obispo también por el nuevo rito, nunca ha sido ni obispo ni sacerdote. Es un simple laico usurpador de la silla de Pedro. Es totalmente evidente, a partir de estos hechos, que en el nuevo rito no hay intención de ordenar a verdaderos sacerdotes sacrificantes. Cada una de las referencias preceptivas para el verdadero sacrificio sacerdotal fueron abolidas deliberadamente, al igual que en el rito anglicano; el cual fue declarado inválido por el mismo Papa León XIII.
 

Por lo tanto, las siguientes palabras declaradas por el Papa León XIII, se aplican exactamente al nuevo rito de Pablo VI.
 

Estos hechos significan que todas las misas indultadas celebradas por los “sacerdotes” ordenados en el nuevo rito de Pablo VI (rito de 1968) ¡SON INVÁLIDAS!, por lo tanto NO HAY CONSAGRACIÓN.
 

La Fraternidad Sacerdotal de San Pío X ocasionalmente permite que entren a su sociedad hombres que fueron “ordenados” en el nuevo rito de ordenación, y no siempre los vuelven a ordenar condicionalmente; o al menos no lo admiten públicamente. Por tanto, muchas de las misas de la Fraternidad San Pío X son inválidas. Todos aquellos sacerdotes que fueron “ordenados” en el nuevo rito de Pablo VI, y que están abiertos a la verdad, deben ser ordenados nuevamente por un obispo católico consagrado válidamente en el rito tradicional. Esto también significa necesariamente que el “Novus Ordo Missae” (la nueva misa), sin incluso considerar sus propios problemas que la hacen inválida en sí, es inválida si es celebrada por cualquier “sacerdote” ordenado en el nuevo rito de ordenación.
 

Llegados a este punto queda claro que toda confesión de pecados mortales a esos “sacerdotes” que fueron ordenados en el nuevo rito, debe hacerse de nuevo con un sacerdote que profese la Fe Católica íntegramente, que este sujeto a un obispo verdaderamente católico y que este ordenado válidamente en el rito tradicional del orden sacerdotal hecho por un obispo válidamente consagrado en el rito tradicional de consagración episcopal. El católico debe hacer una confesión general, mencionando todos sus pecados mortales que recuerde haber cometido a lo largo de toda su vida. Bajo pena de pecado mortal, ningún católico puede recurrir lícitamente a los falsos sacerdotes ordenados en el nuevo rito de Pablo VI para recibir la “comunión” o la “confesión” o cualquier otro sacramento que requiera un sacerdocio válido y tener jurisdicción, puesto que ellos no son sacerdotes válidos ni tienen jurisdicción.
 

Como ya fue mencionado, el Papa Inocencio XI, “Decreto del Santo Oficio de 4 de marzo de 167916”, condenó la idea de que los católicos puedan recibir sacramentos que sean “probables”. En otras palabras, incluso si uno creyera que el nuevo rito de ordenación es probablemente válido (lo cual es falso, ya que es claramente inválido), estaría igualmente prohibido, ¡BAJO PENA DE PECADO MORTAL!, recibir los sacramentos de manos de aquellos “ordenados” con él. Los sacramentos solo pueden recibirse cuando la materia y la forma son ciertamente válidas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MISA NUEVA


 

Cuenta Maria Jesús de Agreda en su libro “Mística Ciudad de Dios”, que cuando Nuestro Señor Jesucristo celebró aquel primer Jueves Santo, la primera Santa Misa en el Cenáculo con los apóstoles, la Santísima Virgen María vio todo lo que allí acaecía en Espíritu. Todos los detalles se los contó a María Jesús de Ágreda quien lo transcribió en sus memorias. Nuestra Santísima Madre le reveló que aquel Jueves Santo tras finalizar la Santa Misa, Jesucristo le dijo a los apóstoles:
 

“Hacedlo siempre así”.
 

Aquel Jueves Santo Nuestro Señor dio el mandamiento de que la Santa Misa se celebre siempre de la misma forma que Él la celebró y que nunca se modifique. Sus apóstoles le obedecieron y así fue como la celebraron durante todo su ministerio sacerdotal. Los sucesores de los apóstoles continuaron celebrando la Santa Misa de la forma que les habían enseñado los apóstoles de Jesucristo. Desde entonces se ha ido transmitiendo de generación en generación la forma en la que se debe celebrar la Santa Misa. A día de hoy, esa Santa Misa que celebró Jesucristo y posteriormente celebraron sus apóstoles y sucesores de sus apostóles se conoce como “Misa Tridentina” o “Misa de San Pío V”. 

“lex orandi, lex credendi”. La Misa refleja lo que los católicos creen. La iglesia enseña que es infalible en la promulgación de sus ritos sacramentales y leyes impuestas sobre los fieles. No es posible que la Iglesia Católica promulgue un rito sacramental que es invalido impío, malvado y perjudicial para sus almas. El concilio de Trento en la Sesión 22, canon 7, anatemiza a aquellos que crean que cualquiera de sus Sacramentos son una amenaza para las almas de los fieles.
 

Jesucristo instituyó los sacramentos para ayudar a los fieles a recibir la gracia y no para perderla. Para ayudar a los fieles a salvar sus almas y no para condenarlas. El proyecto de la Nueva Misa fue elaborado por el clero modernista infiltrado en la Iglesia desde el siglo pasado. Roncalli (Juan XXIII) fue el que dio el pistoletazo de salida y Montini (Pablo VI) fue el que culminó el proyecto. Algo similar hicieron los heréticos anglicanos cuando se separaron de Roma en el siglo XVI. Crearon su propia Misa y sus propios sacramentos para expresar esa Nueva Fe que habían comenzado a predicar.
 

El Papa Leon XIII en “Apostolic Constitution Apostolicae Curae, n. 30” declaró inválidos sus sacramentos debido a que en esa nueva misa no se hace mención ni al Sacrificio, ni a la consagración ni al sacerdocio. No es casualidad que Pablo VI eligiera el Jueves Santo del 3 de Abril de 1969 para promulgar esta falsa Misa ya que fue precisamente el Jueves Santo cuando El Sumo Sacerdote Caifas condenó a muerte a Jesucristo. Pablo VI representa a Caifás y Jesucristo representa a la verdadera Misa que ese día fue también condenada a muerte.
 

Para que un sacramento sea valido se requiere:
 

- Ministro. (Sacerdote validamente ordenado)
- Materia. (Pan y Vino). El mismo que utilizó Jesucristo en el Cenáculo: Pan de Trigo y Vino de Vid.
- Forma. (Palabras) Las palabras que Jesucristo empleó aquel Jueves Santo.
- Intención. (Deseo de consagrar por parte del sacerdote)
- Receptor del Sacramento. (Persona Bautizada en la Iglesia Católica)
 

La misa latina tradicional, el acto de culto más sagrado del rito romano de la Iglesia Católica, fue codificada por el Papa San Pío V en su bula “Quo primum” en 1570. En esta bula, el Papa San Pío V prohibió modificar la misa latina tradicional.
 

Papa San Pío V, Quo primum tempore, 14 de julio de 1570:
 

“Pues bien: a fin de que todos abracen y observen en todas partes lo que les ha sido transmitido por la sacrosanta Iglesia Romana, madre y maestra de las demás Iglesias, en adelante y por la perpetuidad de los tiempos futuros, prohibimos que se cante o se recite otras fórmulas que aquellas conformes al misal editado por Nos,…determinamos que este misal nada se le añada, quite o cambie en ningún momento y en esta forma Nos lo decretamos y lo ordenamos a perpetuidad … Así pues, que absolutamente a ninguno de los hombres le sea lícito quebrantar ni ir, por temeraria audacia, contra esta página de Nuestro permiso, estatuto, orden, mandato, precepto, concesión, indulto, declaración, voluntad, decreto y prohibición. Si a pesar de ello, alguien se permitiese una tal alteración, sepa que incurre en la indignación de Dios todopoderoso y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo”.
 

La nueva misa fue promulgada por Pablo VI con la ayuda de seis ministros protestantes. Los seis ministros protestantes que ayudaron a diseñar la nueva misa fueron George, Jasper, Shepherd, Kunneth, Smith y Thurian junto con Pablo VI y Anigbale Bugnini, masones de la logia 33. Pablo VI llegó a admitir a su buen amigo Jean Guitton que su intención de cambiar la misa era hacerla protestante.
 

“Jean Guitton escribió: “La intención del Papa Pablo VI en relación a lo que comúnmente se llama [nueva] misa, fue reformar la liturgia católica de tal manera que casi coincidiera con la liturgia protestante. Esto era con una intención ecuménica de Pablo VI de eliminar, o, al menos corregir, o, al menos mitigar, en la misa, lo que era demasiado católico en el sentido tradicional y, repito, hacer que la misa católica se acercase más a la misa calvinista”.
 

Un estudio de los propios y las oraciones de la misa tradicional versus la nueva misa, revela una masacre de la fe tradicional. La misa tradicional contiene 1182 oraciones. Cerca de 760 de ellas fueron eliminadas completamente en la nueva misa. Aproximadamente el 36% de lo que se mantuvo, los revisores alteraron más de la mitad antes de introducirlas en el nuevo misal. Por lo tanto, solo el 17% de las oraciones de la misa tradicional se mantuvieron intactas en la nueva misa. Con el nuevo misal, fueron abolidas específicamente las oraciones tradicionales que describen los siguientes conceptos:
 

“la depravación del pecado; los lazos de la maldad; la grave ofensa del pecado; el camino a la perdición; el terror ante la furia del rostro de Dios; la indignación de Dios; los golpes de su ira; la carga del mal; las tentaciones; la existencia del demonio, los malos pensamientos; los peligros para el alma; los enemigos del alma y del cuerpo, la hora de la muerte; la pérdida del cielo; la muerte eterna; el castigo eterno; las penas y el fuego del infierno, el desapego del mundo; las oraciones por los difuntos; la verdadera fe y la existencia de la herejía; las referencias a la Iglesia militante, los méritos de los santos, los milagros y el poder del infierno”.
 

Se pueden ver los resultados que esta masacre ha producido en la fe católica en aquello que caracteriza la nueva misa. Ya no es más obligatorio que los vasos sagrados sean dorados o estén hechos con metales preciosos. Los vasos sagrados, que sólo las manos ungidas del sacerdote podían tocar, ahora son tomados por todos. Hoy se ven laicos y laicas abriendo y cerrando el tabernáculo con total naturalidad. Cuando los protestantes en Inglaterra se separaron de la Iglesia Católica en el siglo XVI, ellos cambiaron la misa para reflejar sus creencias heréticas. Los altares fueron reemplazados por mesas. El latín fue sustituido por el vernáculo. Las imágenes e íconos fueron retirados de las iglesias.
 

El Último Evangelio y el “Confiteor” fueron suprimidos. La “comunión” se distribuía en la mano. La misa la decían en voz alta y de frente a la congregación. La música tradicional fue descartada y reemplazada por música nueva. Con el fin de enfatizar su creencia herética de que la misa no es un sacrificio, sino sólo una cena, los protestantes eliminaron el altar y pusieron una mesa en su lugar. En la Inglaterra protestante, por ejemplo, “el 23 de noviembre de 1550 el Concilio Secreto ordenó que fueran destruidos todos los altares en Inglaterra y reemplazados por mesas de comunión”.
 

San Roberto Belarmino señaló:
 

“… cuando entramos en los templos de los herejes, donde no hay nada, excepto una cátedra para la predicación y una mesa para hacer una cena, sentimos que estamos entrando en un salón profano y no en la casa de Dios”.
 

Esta fue la misma sensación que tuvieron los católicos verdaderos de la época de Pablo VI al entrar a los templos católicos. El Libro de Oraciones Anglicano de 1549 también se llamó “La cena del Señor y la santa comunión, comúnmente llamada misa”. Este título enfatiza la creencia protestante de que la misa es apenas una comida, una cena y no un sacrificio. Cuando Pablo VI promulgó la Instrucción General para la nueva misa, ella se tituló exactamente de la misma manera. Su título era: “La cena del Señor o misa”.
 

Tanto Thomas Cranmer (el autor del Libro de Oraciones Anglicano) como Martín Lutero abolieron la oración “Te ofrecemos, Señor”; probablemente porque menciona la intercesión de nuestra Señora y los Santos. El Novus Ordo Missae, también eliminó la oración tradicional del Viernes Santo por la conversión de los judíos. Esta oración ha sido reemplazada por una oración que no es por la conversión de los judíos, ¡sino por una en la cual se dice que ellos “crezcan” en su fidelidad a su Alianza! Por lo tanto, ésta es una expresión de apostasía en la oración del Viernes Santo de la nueva misa. Es una promoción del judaísmo y la herejía de que la Antigua Alianza sigue siendo válida lo cual es lo mismo que negar que Jesús es el Mesías. En el Libro de Oraciones Anglicano de 1549, el equivalente de la oración que comienza “Pueda la mezcla y consagración del cuerpo y sangre”, fue abolida. Es muy interesante que sólo una versión modificada de esta oración ha sido mantenida en la nueva misa con la importante palabra “consagración” eliminada.
 

El escritor católico francés Louis Salleron, en un escrito suyo preguntó a los padres de Taizé: ¿Por qué decís que hoy vosotros podéis adoptar el nuevo rito y no el antiguo?» El Hermano Roger Schutz, superior de la comunidad de Taizé, repuso: “porque la noción de sacrificio en ninguna parte está claramente afirmada”.
 

El Libro de Oraciones Anglicano de 1549 abandonó la disciplina del rito romano en la distribución de la comunión bajo una sola especie e introdujo la comunión en ambas especies. En la nueva misa la comunión bajo las dos especies se distribuye en varios lugares del mundo. La versión del Libro de Oraciones Anglicano de 1552 instruye que la comunión debe ser dada en la mano para significar que el pan es pan ordinario y que el sacerdote no difiere esencialmente del lego. La nueva misa implementa la comunión en la mano en casi todos los lugares del mundo, e incluso va más lejos que Cranmer al permitir que los comulgantes reciban de pie la comunión, de manos de un ministro laico. En el camino neocatecumenal van más lejos todavía. Se obliga a los fieles a comulgar en la mano y sentados.
 

Las oraciones de la misa tradicional que empiezan con “Lo que hemos recibido, Señor, con la boca y tu cuerpo, Señor, que he tomado, y tu sangre, que he bebido”, hacen una referencia explícita de la presencia real de Cristo en la eucaristía. Ambas han sido suprimidas en la nueva misa. La oración que comienza “Séate agradable, oh Trinidad Santa, el obsequio de tu servidor”, fue la oración menos aceptada después de la comunión por los protestantes, porque hace referencia al sacrificio propiciatorio.
 

Martín Lutero y Cranmer en su Libro de Oraciones Anglicano, la suprimieron. Siguiendo su ejemplo, también fue suprimida en la nueva misa. Si el Último Evangelio que cierra la misa tradicional se hubiese mantenido en la misa nueva, entonces la misa nueva habría chocado con la forma de los servicios protestantes, que concluyen con una bendición. Por lo tanto, no se incluyó en la misa nueva.
 

Las oraciones después de la misa tradicional, que son las oraciones leoninas, incluido el Avemaría; la Salve; Oh Dios refugio nuestro; la oración a San Miguel; y el recurso al Sagrado Corazón, forman, en la práctica, una parte importante de la liturgia. No era posible imaginar cinco oraciones menos incompatibles con el protestantismo. Todas ellas fueron suprimidas en la nueva misa.
 

Además del hecho de que la nueva misa es un servicio protestante, también está el hecho de que las iglesias del Novus Ordo tienen un sorprendente e innegable parecido con las logias masónicas. La decoración es masónica, el sillón es masónico, casi todo es masónico.
 

Además de todos estos problemas con la nueva misa, aparece uno aún mayor. El mayor problema de la nueva misa es que no es válida. Jesucristo no está presente en la nueva misa porque la nueva misa ha alterado las palabras mismas de la consagración. Como podemos ver, la fórmula de consagración en todas las liturgias católicas significan la unión de los fieles con Cristo/el cuerpo místico de Cristo. La nueva misa que dice: “por vosotros y por TODOS para el perdón de los pecados”, no significa el cuerpo místico, ya que no todos pertenecen al cuerpo místico. Por lo tanto, la nueva misa no significa la gracia que la eucaristía produce. Esta misa no es válida y un católico no puede asistir a este rito bajo pena de pecado mortal. Aquellos que persisten en hacerlo cometen idolatría (adoración de un pedazo de pan). Jesucristo
no está presente allí. La hostia no es más que un pedazo de pan. No es el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de nuestro Señor.
 

La Iglesia siempre ha enseñado que acercarse a un sacramento dudoso (ya sea en la materia o en la forma) es pecado mortal. De hecho, el Papa Inocencio XI, en el decreto del Santo Oficio del 4 de marzo de 1679, condena la idea de que los católicos puedan recibir “sacramentos” probables. Y la nueva misa no es solamente dudosa, ella es inválida, ya que no significa la gracia que se supone debe producir. Solo hay que remitirse a los hechos. Ella es, en realidad, peor que un servicio protestante; es una abominación, que falsifica las palabras de nuestro Señor Jesucristo y la fe católica. Aunque hubiere sacerdotes que pronuncien “por muchos” en lugar de “por todos”, un católico debe seguir evitando todas las nuevas misas bajo pena de pecado mortal, porque la nueva misa es, en sí misma, es un servicio no católico; es un rito
protestante. Además, faltan en la consagración las palabras “mysterium fidei”. Sin estas palabras queda modificada la forma del Sacramento, por lo tanto la consagración queda invalidada. También hay que decir que la mayoría de los “sacerdotes” que las celebran no están válidamente ordenados.
 

También hay que señalar que en la nueva misa hay una oración que el sacerdote hace por las intenciones del Papa. La iglesia prohíbe rezar por las intenciones de los herejes. Solo permite rezar por su conversión. Los sacerdotes de la nueva misa desobedecen al Espíritu Santo al pedir en el templo de Dios oraciones por las intenciones de un hereje. ¿Cuales son las intenciones de un hereje? Claramente destruir la iglesia católica. En ese momento que el sacerdote pide oraciones por el Papa Hereje los demás fieles están involucrados en ese acto de desobediencia aunque no rezasen por ese Papa hereje.
 

La Eucaristía no solo es un Sacramento sino que es el Sacrificio perenne de la nueva Ley dejado por Jesucristo a su Iglesia para ser ofrecido a Dios por mano de los sacerdotes. El sacrificio consiste en ofrecer una cosa sensible a Dios y destruirla de alguna manera en reconocimiento de supremo dominio que Dios tiene sobre nosotros y sobre todas las cosas. Por lo tanto, la Santa Misa es la renovación del Sacrificio de la cruz en nuestros altares. Cristo ofreció al padre su cuerpo como sacrificio expiatorio que se inmoló de forma cruenta en la Cruz por nosotros. Expió y satisfizo por nuestros pecados y nos reconcilió con el Padre Eterno, abriéndonos de nuevo las puertas del Cielo que hasta entonces habían estado cerradas para todos por culpa de Adam y Eva.
 

“Les Credendi, les Orandi" (Como se cree así es como se ora)
 

En la misa estamos ofreciendo de nuevo al Padre el Sacrificio de su Hijo presente en nuestro altar. Para Lutero, la Misa no era un sacrificio sino un simple memorial de recuerdo de la última Cena. Lutero afirma que no hay transustanciación y que es una idolatría adorar el pan y el vino. Por este motivo modificaron sus liturgias, para dejar claro que la celebración de la misa es una simple congregación de fieles para rememorar la última Cena de Jesucristo con los apóstoles.
 

Para Lutero basta la Fe para salvarse. Es decir, solo tienes que creer en Jesucristo y serás salvo. La misa que se inventó Pablo VI es una copia de la que creó Lutero. Solo sabiendo esto debería ser suficiente para que como Católicos, rechacemos el rito Novus Ordo. La nueva misa fue elaborada por una comisión creada por Pablo VI en la que intervinieron 6 protestantes de alta categoría. Aquí queda claro que la nueva Misa no se hizo para mejorar el Sacramento y las gracias que los católicos podríamos recibir sino que se hizo para complacer a los Protestantes. Como para los Protestantes la misa es un simple banquete, propusieron a Pablo VI que se coloque en el altar una mesa para el banquete. Pablo VI aprobó sin problemas su propuesta.
 

Justo delante del sagrario han colocado un gran sillón para el que preside la nueva misa, quitando así protagonismo al verdadero protagonista, Jesucristo, presente en el Sagrario. El sacerdote celebrará dando en todo momento la espalda a Nuestro Señor, quien como sabemos y creemos, se encuentra presente en el sagrario. Se eliminó el culto a Dios para establecer el culto al hombre, en este caso, el culto al sacerdote. Ahora ya nadie mira a Jesucristo en el Sagrario. Todos miran al Sacerdote. Todos miran al nuevo protagonista de la Nueva Misa.

Lutero eliminó el latín de sus “misas” y esto mismo hizo también Pablo VI en el rito Novus Ordo. Los protestantes consideran supersticioso pedir intercesión a los Santos por eso no hay oraciones a los Santos en sus liturgias. Pablo VI estuvo de acuerdo en la propuesta recibida de sus 6 amigos protestantes y eliminó la mayor parte de oraciones a los Santos.
 

Se elimina también oraciones en las que se afirma que la Iglesia Católica es la única verdadera o aquellas oraciones en las que se condena la herejía. También han suprimido muchas fiestas de santos en el Misal. En la nueva Misa se decide omitir tanto en las homilías como en las oraciones, como en las lecturas, conceptos como: el infierno, el juicio Divino, la ira de Dios, el castigo por el pecado, la maldad del pecado como la máxima maldad, la maldad del mundo, el demonio, la cruz del sufrimiento, la persecución que sufriremos por ser Cristianos, nuestra obligación de aceptar cualquier tipo de martirio, etc ... ¿Cuando has escuchado a un sacerdote mencionar en la nueva misa algunos de estos temas? Solo hablan de la misericordia de Dios y el amor de Dios; y repiten mucho esas palabras de Bergolio: “¿Quien
soy yo para juzgar?”.

Lutero omitió en sus liturgias la oración del “yo confieso”. En la nueva misa se recorta esta oración omitiendo mencionar a San Juan Bautista, a San Miguel Arcángel, y a los Santos apóstoles Pedro y Pablo. Con este recorte se debilita el poder de esta oración. En la Verdadera Misa esta oración la hace primero el sacerdote y después los fieles para expresar esa diferencia existente entre el sacerdote y los fieles. En la misa nueva la hacen todos juntos a la vez para expresar que el pueblo concelebra con el sacerdote.

Lutero redujo el “kirie eleison” de 3 a dos para cada persona Divina. Pablo VI hizo lo mismo. En el Gloria, Pablo VI sigue los consejos de sus asesores protestantes. En la misa verdadera la oración comienza así:
 

“Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
 

Es decir, gloria a Dios y que reciban la paz de Dios aquellos hombres que hacen su voluntad y viven en santidad.
 

Mientras que en la Novus Ordo es:
 

“Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
 

“Paz a los hombres”. Es decir a TODOS los hombres, sin distinción, incluido a los miembros de otras religiones, a los ateos, a los perseguidores de la iglesia, a los Satanistas, etc... De esta forma nos quieren hacer creer que Dios ama de la misma forma a los que hacen el bien y a los que hacen el mal. Dios no ama a los pecadores, solo ama a los que guardan sus mandamientos y hacen su voluntad. Para Lutero, el hombre después del pecado original no puede dejar de pecar por lo tanto no es libre. Según Lutero se puede pecar ya que para salvarte solo necesitas creer en Jesucristo.
 

En el gloria se dice: “Tu que quitas el pecado del mundo”. Como si solo hubiera un pecado, “el pecado del mundo”.
 

También hay otros pecados como los pecados de la carne, o la maldad de nuestras acciones. Omitiendo la existencia de los pecados de la carne se entiende porque tantos matrimonios católicos reconocen hacer uso de métodos anticonceptivos según confirman encuestas del Pew Research. Al mencionar los pecados del mundo se da a entender que la responsabilidad de nuestros pecados no es nuestra sino del mundo. El mundo es el que nos hace pecar. De esta forma se empieza a fabricar católicos tibios y relativistas que viven en pecado y comulgan en pecado.
 

Lutero añadió a sus liturgias una lectura más y la lectura de los salmos. Al finalizar la Homilía, Lutero añadió la “oración universal”. Se trata de esa sección conocida como “las preces”, donde se llegan a pedir por cosas tan absurdas como: por la puntualidad de los trenes y autobuses, para que los estudiantes aprueben sus exámenes, por nuestros gobernantes (masones) etc... 

Pablo VI siguió este cambio de Lutero en la Misa Nueva permitiendo a las mujeres que suban al altar a leer las lecturas. Se les permite aparecer con maquillaje y a veces vestidas inmodestamente. También leen niños y en ocasiones personas no suficientemente capacitadas a quienes apenas se les entiende. En algunas misas Novus ordo, hay municiones en las que de nuevo, hombres, mujeres o niños sedientos de protagonismo suben al altar a hacer una introducción de las lecturas que en esa misa se van a proclamar. 

El caso es que constantemente participe el pueblo y que haya un continuo desfile de laicos subiendo y bajando del altar. Se recorta y modifica el Credo, debilitando así el poder de esta oración. En la misa tridentina la gente se arrodilla al llegar a la parte de la Encarnación. Esta acción se elimina en la Nueva Misa, faltando así el respeto a Dios y a la Santísima Virgen María quienes son mencionados en esta parte importante del Credo. En la Misa tradicional se reza así el Credo:
 

“Creo en un solo Dios, Padre Omnipotente, Creador del Cielo y de la Tierra, de todo lo visible e invisible”. (...) “Engendrado, no creado. Consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron hechas”.
 

En la misa novus ordo rezan así el Credo antiguo:
 

“Creo en un solo Dios, en un solo Señor Jesucristo Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado no creado, de la misma naturaleza que el Padre”.
 

Naturaleza es una cosa. Sustancia o esencia es otra. Un hijo por ejemplo recibe de sus padres la naturaleza pero no la sustancia. Todos los hombres tenemos la misma naturaleza humana pero no somos consustanciales unos con otros. En el Concilio de Toledo en el año 589, se estableció:
 

“Todo el que negare que el Hijo de Dios Nuestro Jesucristo es eterno y consustancial al Padre, sea anatema”.
 

Al decir que el Hijo es de la misma naturaleza que el Padre se está cayendo en las mismas herejías arrianas. Con esa oración estamos negando que Jesucristo sea consustancial al Padre por lo tanto según el Concilio de Toledo, nos estamos anatemizando.
 

Eliminación del sacrificio.
 

En el ofertorio vemos a laicos llevando hasta el altar el pan y el vino que será consagrado. Los laicos no pueden tocar ni la patena ni el cáliz. Una vez más el pueblo participa en la misa protestante de Pablo VI. Una vez más esas mujeres que les gusta exhibirse, tienen la oportunidad de tener su minuto de gloria. Lutero, sugestionado por el demonio, eliminó en sus cultos la oración del ofertorio porque en esa oración se menciona la palabra “sacrificio”. Pablo VI hizo lo mismo en la misa novus ordo. En la misa nueva se sustituye el ofertorio por “la presentación del pan”. Así es definido en el misal de la misa novus ordo. Veamos que palabras se utilizan:
 

“Bendito seas Señor DIOS DEL UNIVERSO por este pan fruto del trabajo del hombre que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos. El será para nosotros pan de vida”.
 

 

Y la misma oración se dice en la presentación del vino. Como se puede apreciar en ninguna parte del texto se percibe que se esté realizando una ofrenda a Dios Padre, ni que se vaya a celebrar un sacrificio. Ese Dios del Universo al que se menciona en esa oración no es Dios Padre sino el Dios de los Masones que como bien sabéis es Satanás. Dios Padre ha creado el universo, hasta ahí correcto. Pero Dios Padre es el Dios de los ejércitos no es el Dios del Universo. Dios le da a satanás libertad para gobernar el Universo y así lo hace este ángel caído, y así lo hará hasta que Jesucristo venga por segunda vez, lo derrote y sean el y todos sus demonios enviados al infierno, y se establezca el Reino de Dios en la Tierra.
 

En la nueva misa se elimina la oración del ofertorio.
 

“Recibe, oh Padre Santo, omnipotente y eterno Dios, esta HOSTIA INMACULADA y que yo, indigno siervo tuyo, te ofrezco a Ti, mi Dios vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias”. (...)
 

Mientras en el “Suscipe” de la Misa de San Pío V era explicitado el “fin” de la ofrenda, aquí, en la nueva Misa de Paulo VI no hay ninguna mención. Por lo tanto, se puede decir que la mutación de la formulación revela una mutación de doctrina. Vale decir: la no explicitación del Sacrificio, significa la supresión del rol central de la “Presencia Real”. De hecho, a esta “Presencia Real” y permanente de Cristo, en Cuerpo, Alma y Divinidad, ya no se hace ninguna alusión. La misma palabra “transubstanciación” es completamente ignorada.Si no hay ofrecimiento de la víctima, no hay sacrificio.
 

Por eso Lutero y la iglesia conciliar suprimieron el ofertorio, para que no haya sacrificio. A Dios no le interesa que le hagamos ofrendas de pan y vino ya que todo lo que hay en la tierra es suyo. También eliminan la oración a la Santísima Trinidad, una oración clave para recibir adecuadamente la comunión.
Examinemos la diferencia entre la plegaria de siempre, el “Súscipe Sancta Trínitas” (como conclusión del ofrecimiento de la Hostia, que ha sido abolido), y el “Bendito seas, Señor, Dios del Universo” del rito inventado:
 

RITO ANTIGUO:
 

“Acepta, oh Santísima Trinidad, esta oblación que te ofrecemos en memoria de la Pasión, Resurrección y Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, y en honor de la bienaventurada siempre Virgen María, de San Juan Bautista, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, de estos mártires cuyas reliquias están en el altar, y de todos los otros santos para que a ellos les sirva de honor y a nosotros nos aproveche para la salvación, y se dignen interceder por nosotros en el cielo aquellos de quienes hacemos memoria en la tierra. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.”.
 

RITO NUEVO:
 

“Bendito eres tú, Señor, Dios del Universo: porque de tu bondad hemos recibido este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre; lo presentamos a ti, para que se convierta para nosotros en alimento de vida eterna. Bendito seas por siempre, Señor”.
 

“Bendito eres tú, Señor, Dios del Universo: porque de tu bondad hemos recibido este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre; lo presentamos a ti, para que se convierta para nosotros en bebida de salvación. Bendito seas por siempre, Señor”.
 

HE AQUÍ QUE LA OBLACIÓN DE LA VÍCTIMA PURA E INMACULADA INFINITAMENTE GRATA AL PADRE, ES SUSTITUIDA POR LOS BANALÍSIMOS “FRUTOS DE LA TIERRA Y DEL TRABAJO DEL HOMBRE” EXACTAMENTE LOS QUE DIOS ABORRECE.
 

En Génesis 4,3, leemos:
 

“Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo. También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación, mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro”.

Caín ofreció frutos del suelo en sacrificio al Señor, los cuales le desagradaron. Estos frutos del trabajo del hombre fueron desagradables a Dios que prefería, obviamente, la Hostia inmaculada, el cordero sin mancha que le ofrecía Abel, despertando así la envidia homicida de Caín. En la Nueva Misa unos frutos similares a los de Caín son llevados nada menos que al “Señor, Dios del Universo”. En efecto, nos hemos preguntado: ¿por qué la Santísima Trinidad, expresión católica perfecta y total, fue sustituida por el Dios del Universo?.. ¿Será que esta expresión indica la misma entidad?
 

“Bendito eres tú, Dios, Creador del universo” podría ser una referencia explícita a la Santísima Trinidad. Sin embargo, en la misa nueva se dice: “Bendito eres tú, Señor, Dios del universo”, es decir, no Dios Creador, sino Dios Inmanente al universo, alma de la materia. Esta típica expresión está tomada de la cábala judía, ¡morbo que ha infectado toda la nueva y delirante anti-teología modernista! Un texto de 1895, del ex masón Domenico Margiotta, exponente de altísimo grado del Nuevo Rito Paládico Reformado, fue un ardiente adorador del Baphomet-Lucifer quien renunció a la masonería y se convirtió al catolicismo. Este católico converso escribió algunos libros sobre las experiencias vividas en los altos grados de la Institución masónica de la que fue miembro. He aquí el texto que presentamos con horror:
 

«¿QUÉ ES, ENTONCES, EL SEÑOR DE LOS CIELOS, SINO EL DIOS DE LOS PEREZOSOS, DE LOS OCIOSOS Y DE LOS VAGABUNDOS QUE IMAGINAN EL ESPÍRITU Y SE SATURAN DE MATERIA, QUE VIVEN DE IDEAS Y CONSUMEN LA REALIDAD? NO HAY ESPÍRITU SIN MATERIA Y UNO Y OTRA SE IDENTIFICAN SI NO, EL SEÑOR DE LOS CIELOS ES EL DIOS DE LA NADA; MIENTRAS QUE SATANÁS ES EL DIOS DEL UNIVERSO! EL DIOS DEL UNIVERSO YA QUE COMPRENDE, EN UN SOLO SER, ESPÍRITU Y MATERIA, NO PUDIENDO LA UNA SUBSISTIR SIN LA OTRA. SÓLO ESE DEBE SER PARA NOSOTROS EL DIOS QUE GOBIERNA A AMBOS, ¡Y ÉSE ES SATANÁS!»
 

(Domenico Margiotta: El Paladismo:Culto de Satán-Lucifer en los triángulos masónicos, Grenoble 1895, p. 44).
 

He aquí, entonces, cómo:
 

EL SACRIFICIO DE CRISTO OFRECIDO A LA SANTÍSIMA TRINIDAD PARA LA REDENCIÓN DE LA HUMANIDAD se transforma en ¡UN DEICIDIO OFRECIDO A LUCIFER DIOS DEL UNIVERSO!
 

La misa de Pablo VI se convierte en el rito de los caballeros rosacruces donde, precisamente, el cordero inmaculado, degollado, con las extremidades cortadas y echado al fuego, se ofrece al baphomet-luciferino para la redención gnóstico-satánica del hombre.
 

Monseñor Bugnini tenía la obligación de obedecer las órdenes de sus superiores en la Masonería. Por tanto, los “ases ocultos” que Bugnini insertó en la nueva Reforma Litúrgica provenían, más que de una manga de mago, de los “Superiores desconocidos” que no debían mostrar su propio rostro y menos aún dar explicaciones sobre el contenido de las órdenes transmitidas. El artículo citado continúa con estas palabras:
 

“... ninguno había pensado ni remotamente en el aspecto satánico y esotérico del nuevo rito! a nosotros nos interesa descubrir la proveniencia de esta satánica voluntad de profanar la Misa católica y verificar si tal voluntad ha sido, aunque de manera oculta, oficialmente e incluso públicamente exaltada y glorificada, aunque se hubiese llevado a cabo a espaldas de un público ignorante”.
 

Si esto se demostrara, entonces... LA MISA DE PABLO VI, CUBIERTA DE INFAMIA Y ABOMINACIÓN, ¡DEBERÍA SER REPUDIADA Y SEPULTADA PARA SIEMPRE!
 

“El Anticristo buscará abolir, y abolirá realmente, el Santo Sacrificio del Altar, en castigo por los pecados de los hombres”.
 

(San Alfonso Maria de Ligorio)
 

En el Sanctus se vuelve a invocar a Satanás:
 

“Santo, Santo, Santo es el Señor "Dios del Universo....”.
 

El “Novus Ordo Missae” no manifiesta en absoluto, en modo claro, la Fe en la “Presencia Real” de N. S. Jesucristo; sino más bien confunde la “Presencia Real” de Cristo en la Eucaristía con Su “presencia espiritual” entre nosotros. Pero además, facilita la confusión sobre la neta diferencia entre “Sacerdocio Jerárquico” y el “sacerdocio común de los fieles” como lo quieren los protestantes. Es más, favorece la herejía protestante que afirma que “la fe del pueblo y no las palabras del Sacerdote hacen presente a Cristo en la Eucaristía”. Con su “revolución litúrgica”, por lo tanto, Paulo VI ha realizado las aspiraciones judaico-masónicas de transformar la Iglesia Católica en una “NUEVA IGLESIA ECUMENICA”, que abarque todas las ideologías, todas las religiones, uniendo verdad y errores.
 

LA PRUEBA DE QUE LA NUEVA MISA NO ES VÁLIDA: LAS PALABRAS DE LA CONSAGRACIÓN HAN SIDO CAMBIADAS
 

Se dice que un sacramento es válido cuando se hace real. El sacramento de la eucaristía es válido si el pan y el vino se convierten realmente en el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo. Para que un sacramento sea válido, deben estar presentes la materia, la forma, el ministro y la intención.
 

Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, 1439:
 

“Todos estos sacramentos se realizan por tres elementos: de las cosas, como materia; de las palabras como forma, y de la persona del ministro que confiere el sacramento con intención de hacer lo que hace la Iglesia. Si uno de ellos falta, no se realiza el sacramento”.
 

El problema con la validez de la nueva misa está en la forma, las palabras necesarias para realizar el sacramento de la eucaristía. La forma necesaria para realizar la eucaristía en el rito romano fue declarada por el Papa Eugenio IV en el Concilio de Florencia.
 

Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, “Cantate Domino”, 1439:
 

“… la Iglesia romana, fundada en la autoridad y doctrina de los Apóstoles Pedro y Pablo. … En la consagración del cuerpo, usa de esta forma de palabras; ÉSTE ES MI CUERPO; y en la de la sangre: PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, DEL NUEVO Y ETERNO TESTAMENTO, MISTERIO DE FE, QUE POR VOSOTROS Y POR MUCHOS SERÁ DERRAMADA EN REMISIÓN DE LOS PECADOS”.
 

En el decreto “De defectibus” de San Pío V, encontramos repetidas las mismas palabras. Esta enseñanza aparece en la parte frontal de cada misal del altar romano desde 1570 hasta 1962. Podemos ver que las
mismas palabras mencionadas por el Concilio de Florencia, son declaradas como necesarias por el Papa San Pío V. Por ello, todas estas palabras de la consagración aparecen destacadas en el misal del altar romano tradicional, y esta es la razón de por qué el misal romano instruye al sacerdote que debe sostener el cáliz hasta que se hayan pronunciado todas estas palabras. La enseñanza del Papa San Pío V afirma que si se cambian las palabras de la consagración de manera que el significado sea alterado, el sacerdote no realiza el sacramento.
 

En la nueva misa, las palabras de la consagración han sido cambiadas drásticamente y el significado ha sido alterado. En primer lugar, la versión en latín original de la nueva misa ha eliminado las palabras “mysterium fidei” ―“misterio de fe”― de la fórmula de la consagración. Esto invalida la consagración porque “mysterium fidei” es parte de la fórmula en el rito romano. Si bien que las palabras “mysterium fidei” no forman parte de las fórmulas de consagración del rito oriental, ellas han sido declaradas que son esenciales para el rito Romano. Estas palabras también se encuentran en algunos ritos orientales. El Papa Inocencio III y el canon de la misa también nos dicen que las palabras “mysterium fidei” fueron dadas por el mismo Jesucristo como podemos leer en el Evangelio. El hombre no puede modificar la "forma" de un sacramento que en su día estableció Jesucristo ya que esto sería un acto de rebelión contra Dios.
 

Papa Inocencio III, Cum Marthae circa, 29 de noviembre de 1202, respuesta a una pregunta sobre la forma de la eucaristía y la inclusión del “mysterium fidei”:
 

“Nos preguntas quién añadió en el canon de la misa a la forma de las palabras que expresó Cristo mismo cuando transustanció el pan y el vino en su cuerpo y sangre, lo que no se lee haber expresado ninguno de los evangelistas… En el canon de la misa, se halla interpuesta la expresión “mysterium fidei” a las palabras mismas… A la verdad, muchas son las cosas que vemos haber omitido los evangelistas tanto de las palabras como de los hechos del Señor, que se lee haber suplido luego los Apóstoles de palabra o haber expresado de hecho… Creemos, pues, que la forma de las palabras, tal como se encuentran en el canon, la recibieron de Cristo los Apóstoles, y de éstos, sus sucesores”.
 

Las palabras “misterio de fe” en la consagración, son una clara referencia a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Estas palabras también fueron eliminadas por el herético Thomas Cranmer en su Libro de Oraciones Anglicano de 1549 porque ellas hacen clara referencia a la presencia de Cristo en la Eucaristía, algo en lo que los protestantes no creen.
 

FORMA DE CONSAGRACIÓN EN LA NUEVA MISA
 

“Porque éste es mi cuerpo. Porque éste es el cáliz de mi sangre, del nuevo y eterno testamento. Que será derramado por vosotros y POR TODOS PARA LA REMISIÓN DE LOS PECADOS”.
 

Las palabras “por vosotros y por muchos para la remisión de los pecados”, han sido cambiadas a “por vosotros y por todos los hombres para la remisión de los pecados”. La palabra “muchos” ha sido eliminada y reemplazada por la palabra “todos”. Este enorme cambio invalida todas las misas nuevas. En primer lugar, la palabra “muchos” fue utilizada por Jesucristo en la institución del sacramento de la Eucaristía, como vemos en Mateo 26, 28. El Catecismo del Concilio de Trento, al explicar esto, declara específicamente que ¡nuestro Señor no quiso decir “todos” y por lo tanto, no lo dijo!
 

Catecismo del Concilio de Trento, sobre la forma de la eucaristía, p. 24:
 

“Respecto a las palabras que se añaden: “Por vosotros y por muchos”, las primeras están tomadas de San Lucas y las otras de San Mateo, pero que las juntó seguidamente la Santa Iglesia, instruida por el espíritu de Dios; y son muy propias para manifestar el fruto y las ventajas de la pasión. Porque, si atendemos a su valor, habrá que reconocer que el Salvador derramó su sangre por la salvación de todos; pero si nos fijamos en el fruto que de ella sacan los hombres, sin dificultad comprenderemos que su utilidad no se extiende a todos, sino únicamente a muchos. Luego, cuando dijo:
 

“por vosotros”, dio a entender, o a los que estaban presentes, o a los escogidos del pueblo judío, cuáles eran sus discípulos, excepto Judas, con los cuales estaba hablando. Y cuando dijo: “por muchos”, quiso se entendieran los demás elegidos de entre los judíos o los gentiles. MUY SABIAMENTE, PUES, OBRÓ NO DICIENDO “POR TODOS”, puesto que entonces sólo hablaba de los frutos de su pasión, la cual sólo para los escogidos produce frutos de salvación”.
 

El uso de “todos” cambia el sentido de la forma de la consagración. Nadie, ni siquiera un Papa, puede cambiar las palabras que Jesucristo específicamente instituyó para un sacramento de la Iglesia.
 

Papa Pío XII, Sacramentum ordinis, # 1, 30 de noviembre de 1947:
 

“… ningún poder compete a la Iglesia sobre “la sustancia de los sacramentos”, es decir, sobre aquellas cosas que, conforme al testimonio de las fuentes de la revelación, Cristo Nuestro Señor instituyó debían ser observadas en el signo sacramental…”
 

Puesto que “todos” no significa lo mismo que “muchos”, el sacramento no se realiza en la nueva misa. San Pío V vio que Lutero había destruido la Misa al cambiar las doctrinas en ella contenidas. A fin de perpetuar la validez de la Misa, publicó la Bula Papal, “Quo Primum”. Debe decirse que, de acuerdo a la definición de la Infalibilidad papal, un Papa enseña infaliblemente en materias “que conciernen” a la fe o a la moral. Ciertamente, entonces, concierne a la fe, y debe aceptarse como libre de error. Este documento es esencialmente doctrinal, pues el Cánon de la Misa contiene el corazón de la doctrina Católica. Por tanto, este documento de ninguna manera puede compararse a las ordinarias leyes eclesiásticas, tales como las del ayuno, etc. San Pío V dice bien claro que este es un decreto solemne y perpetuo:
 

“Decretamos bajo pena de Nuestra indignación que nunca en ningún tiempo se añada, sustraiga, o cambie nada (en el Ordinario de la Misa); esto lo determinamos y ordenamos a PERPETUIDAD por virtud de esta constitución… Asimismo determinamos y declaramos que ninguno sea compelido o presionado por nadie a cambiar este Misal, o que estas letras puedan en tiempo alguno ser retiradas o restringida su efectividad, sino que siempre pueda mantenerse firme y fuerte en todo su vigor.”
 

Papa San Pío V, “De defectibus”, capítulo 5, 1 parte:
 

“Las palabras para la consagración, que son la FORMA para este Sacramento, son estas: “ESTE ES MI CUERPO; y: PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, DEL NUEVO Y ETERNO TESTAMENTO, MISTERIO DE FE, QUE POR VOSOTROS Y POR MUCHOS SERÁ DERRAMADA EN REMISIÓN DE LOS PECADOS”. 

Ahora bien, si alguien quitase, o alterase algo de la FORMA de la consagración del cuerpo y la sangre, y que la misma alteración de las palabras de la [nueva] redacción no significasen lo mismo, no se consagra el sacramento”.
 

San Pío V habló inspirado por el Espíritu Santo de modo que todo el que le desobedezca está desobedeciendo a Dios.
 

OTRA RAZÓN POR LA QUE LA NUEVA MISA ES INVÁLIDA
 

Papa León XIII, Apostolicae curae, 13 de septiembre de 1896:
 

“Y todos saben que los sacramentos de la nueva Ley, como signos que son sensibles y que producen la gracia invisible, deben lo mismo significar la gracia que producen, que producir la que significan”.
 

Si no significa la gracia que produce y el efecto de la gracia que significa, entonces no es sacramento. Por tanto, ¿cuál es la gracia que se produce por el sacramento de la Sagrada Eucaristía?
 

Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, Exultate Deo, Sobre la eucaristía, 1439:
 

“Ya también, porque conviene para significar el efecto de este sacramento, que es la unión del pueblo cristiano con Cristo”.
 

Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, Pt. III, q. 73, a. 3:
 

“Ahora bien, ya hemos dicho que la cosa significada [de la eucaristía] es la unidad del cuerpo místico sin la que no puede haber salvación, ya que fuera de la Iglesia no hay salvación”.
 

El Concilio de Florencia, Santo Tomás de Aquino y muchos otros teólogos enseñan que la gracia producida por la Eucaristía es la unión de los fieles con Cristo. Ya que la unión de los fieles con Cristo es la gracia producida por el sacramento de la Eucaristía ―o lo que también se llama la realidad del sacramento o la gracia propia del sacramento de la eucaristía― esta gracia debe estar significada en la forma de la consagración para que sea válida, como enseña el Papa León XIII. Bien, entonces debemos ver la forma tradicional de la consagración y encontrar dónde está significada la gracia: la unión de los fieles con Cristo. 

La forma tradicional de la consagración, según lo declarado por el Papa Eugenio IV en el Concilio de Florencia y el Papa San Pío V en “De defectibus”, es la siguiente:
 

“PORQUE ÉSTE ES MI CUERPO. PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, DEL NUEVO Y ETERNO TESTAMENTO, MISTERIO DE FE, QUE POR VOSOTROS Y POR MUCHOS SERÁ DERRAMADA EN REMISIÓN DE LOS PECADOS”.
 

Nótese nuevamente que estamos buscando la parte de la forma que significa que la persona que recibe dignamente este sacramento se une o se une más fuertemente con Jesucristo y su cuerpo místico. La remisión de los pecados es necesaria para la incorporación al cuerpo místico, y la remisión de los pecados es un componente indispensable de la verdadera justificación por la cual uno se une fructíferamente a Jesucristo. Las palabras “por vosotros y por muchos” denotan los miembros del cuerpo místico que han recibido dicha remisión.
 

Las palabras “POR VOSOTROS Y POR MUCHOS… EN REMISIÓN DE LOS PECADOS” son las palabras en la forma de la consagración que significan la unión de los fieles con Cristo/el cuerpo místico de Cristo, que es la gracia propia del sacramento de la eucaristía. Ahora, si miramos la forma de consagración del Novus Ordo, ¿encontramos lo que significa el cuerpo místico/la unión de los fieles con Cristo (la gracia propia del sacramento de la eucaristía)? Esta es la forma de consagración en la nueva misa o Novus Ordo:
 

“Porque éste es mi cuerpo. Porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por TODOS para el perdón de los pecados”.
 

¿Esta significada la unión del cuerpo místico de Jesucristo por las palabras “por vosotros y por TODOS los hombre para el perdón de los pecados”? ¡No! ¿Son TODOS los hombres parte del cuerpo místico? ¡No! ¿Son TODOS los hombres parte de los fieles unidos con Cristo? ¡No! ¿Son los musulmanes y judios parte del cuerpo mistico? ¡No! ¡Podemos ver claramente que la nueva misa o el Novus Ordo ciertamente no significan la unión del cuerpo místico (la gracia propia del sacramento de la eucaristía), y por lo tanto no es un sacramento válido!
 

Eugenio IV, Concilio de Florencia, Exultate Deo, 1438:
 

“… porque conviene para significar el efecto de este sacramento, que es la unión del pueblo cristiano con Cristo”.
 

Insisto en que lo más grave fue que se atrevieron a cambiar las palabras que el mismísimo Jesucristo pronunció al consagrar el pan y el vino en el Cenáculo. Ningún Papa ni obispo ni sacerdote tiene autoridad para cambiar la materia y forma de los sacramentos tal y como los instituyó Jesucristo. Atreverse a hacer esto es un grave acto de rebeldía contra Dios. Si se añade o se elimina una sola palabra, el sacramento no se realiza y queda invalido. La forma para consagrar el pan en la misa moderna es:
 

“Tomad y comed TODOS de el porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”.
 

¿Todos pueden comulgar? ¿También los no bautizados? ¿También los que están en pecado mortal?
 

La forma para consagrar el vino en la misa moderna es:
 

“Tomad y bebed TODOS de el, porque este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por TODOS los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”.
 

En cambio la forma para consagrar el pan en la misa tradicional es:
 

“Tomad y comed porque este es mi cuerpo”.       (San Mateo 26, 26)
 

Fijaros como aquí no se ofrece el cuerpo de Cristo a TODOS.
 

Y para consagrar el cáliz:
 

“Este es el cáliz de mi sangre del nuevo y eterno testamento misterio de Fe, que por vosotros y por MUCHOS será derramada en remisión de los pecados”.      (San Mateo 26, 27)
 

Vemos como han añadido y eliminado palabras pero lo más grave es que sustituyen “será derramada por muchos” por “será derramada por todos”. Si vamos al Evangelio podremos comprobar que Jesús no dijo por todos. Dijo por muchos ya que no todos iban a aceptarle como Mesías y Salvador y morirían rechazándole condenándose así al infierno. El apóstol San Pablo lo confirma en sus cartas cuando dice:
“Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de MUCHOS”. (Hebreos 9, 28)
 

Los frutos de la pasión de Jesús son solo para los elegidos, es decir, para los que aceptan a Jesucristo como Dios y Señor. Para los que lo reconocen como el Mesías, Salvador y Redentor del mundo. Según Santa Brígida de Suecia, el mayor sufrimiento de Jesús en toda su pasión fue el momento en Getsemaní, ya que ahí visualizó todas aquellas almas que no iban a beneficiarse de los frutos de su pasión y como consecuencia de ello serían condenadas. 

Las palabras de Jesús jamás pueden cambiarse. ¿Porque los modernistas-masones la han traducido "por todos"? La respuesta es obvia. Lo han echo para seguir la doctrina modernista que afirma que todos los hombres se salvan y para respaldar la teoría de Lutero que afirmaba que basta creer en Cristo para salvarse. Puede que hoy haya algún sacerdote que diga por "muchos" en lugar de por "todos", pero la gran mayoría consagran como lo estableció Pablo VI ya que de no hacerlo se exponen a ser amonestados por sus obispos. Lutero, en la misa que se inventó, añadió a la consagración del pan las palabras: “Que será entregado por vosotros” y quitó de la consagración del vino: “misterium fidei” para colocarlas justo al final de la consagración. El misterium fidei dice así:
 

“Por lo cual, oh Señor, acordándonos nosotros tus siervos y tu pueblo santo, así de la dichosa Pasión de tu mismo Hijo y Señor nuestro Jesucristo, como de su resurrección del sepulcro, y de su gloriosa Ascensión a los cielos: ofrecemos a tu Majestad, de entre tus dones y dádivas, una Hostia pura, una Hostia santa, una HOSTIA INMACULADA, el Pan santo de la vida eterna y el Cáliz de salvación perpetua (...)”.
 

Afirma Santo Tomás de Aquino que estas palabras son de origen apostólico y todo lo que tenga ese origen es INTOCABLE. Pablo VI en su nueva misa hizo lo mismo que Lutero. Eliminó esta poderosa y bella oración a Dios Padre. Lutero ordenó que la consagración se hiciera en voz alta y que fuera leída como si se estuviera simplemente "relatando" lo acaecido en la ultima cena. De esta forma el sacerdote relata y no hace ninguna acción sacrificial. De esta forma el pseudosacerdote novus ordo manifiesta su intención de no realizar un sacrificio y ofrecérselo al Padre sino simplemente contar lo que pasó en la ultima cena, por lo tanto, no tiene la intención de ofrecer a Dios Padre el sacrificio incruento de su Hijo. Como hemos explicado anteriormente, si no hay intención, no hay consagración. En cambio, en la misa tradicional, el sacerdote actúa en persona de Cristo con sus mismos poderes y su intención es realizar un acto
sacrificador como así lo demuestra la "forma" en la que se realiza toda la Misa. El mismo misal de la misa nueva se refiere a este momento como "el relato de la consagración". 

Podemos apreciar en este momento de la nueva misa como el sacerdote lo lee de pasada sin ninguna devoción sin detenerse unos segundos antes de consagrar. De nuevo ese sacerdote muestra exteriormente que no tiene la intención de consagrar.
 

Recapitulemos. Se elimina la falta de intención para consagrar, se elimina el ofertorio, y se modifican las palabras de la forma sacramental. ¿Hay alguna duda de que la Nueva Misa es inválida? En la misa de Lutero después de la "narración" se añade la oración: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu
resurrección, ven Señor Jesús”. Pablo VI siguió el ejemplo de Lutero en su misa nueva y añadió esta oración.
 

Al terminar la consagración el sacerdote dice:
 

“Este es el Sacramento de Nuestra Fe”.
 

Y el pueblo responde:
 

“Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”.
 

Si realmente creen que se ha producido el milagro de la transustanciación, esos fieles deben creer que Jesús ahora mismo está presente en el Pan y el Vino. Entonces, ¿por qué ahora dicen: Ven Señor Jesús? ¿No es esto una incongruencia? Al decir “Ven Señor Jesús” están confirmando que no creen que Él esté ahora mismo sobre el altar por lo tanto se le está ofendiendo por no creer en su presencia real en la Sagrada Hostia.
 

Pasamos al rito de la comunión donde los modernistas han tenido la osadía de cambiar las palabras de nuestro Señor, lo cual es un pecado mortal. Esta vez ha sido en el Padre Nuestro. En primer lugar modifican el orden y nos enseñan que debemos decir: "hagase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo" cuando la forma correcta es: "hagase tu voluntad así en el Cielo como en la Tierra" ya que el Cielo siempre prevalece sobre la Tierra. Cambian la palabra deudas por ofensas. La diferencia es enorme ya que con Dios podemos tener deudas de agradecimiento por no ser agradecidos, deudas de amor por no amarle, deudas por nuestros pecados cometidos ya que cada vez que pecamos aumenta nuestra deuda con Él. Unas deudas que los salvados tendrán que pagar temporalmente en el purgatorio y los condenados eternamente en el infierno.
 

Si vas al Evangelio a comprobar que palabras utilizó Jesús en el Padre Nuestro podrás ver como los modernistas se han atrevido a modificar la Biblia, es decir, a adulterar la Palabra de Dios. Es un gravísimo pecado mortal modificar las palabras de las Sagradas Escrituras. En esta ocasión tienen la osadía de realizar una modificación en la única oración que Nuestro Señor nos enseño. Es como si Jesús se equivocó al elaborar esa oración al Padre y ahora los masones-modernistas corrigen sus errores teológicos. Dios no puede cometer errores teológicos. Dios no se puede equivocar.
 

Todos los que recen el padre nuestro en la versión modernista se implican en este grave pecado.
 

Un momento que no existe en la misa de siempre y que los protestantes propusieron a Pablo VI fue “el momento de la paz”. Fue otra de las innovaciones de Lutero en su nueva misa. Pablo VI aceptó con gusto este cambio protestante. El sacerdote dice: “Daos fraternalmente la paz”. En ese momento se forma un caos en la iglesia. Unos se dan la mano, otros abrazos, otros se besan. Otros van de una punta a la otra para darse la paz. Mientras tanto se canta "la paz esté con vosotros" con guitarras, panderetas, tambores, violines... Ahí hay de todo menos paz. Para muchos fieles ese es el momento más entretenido de la misa. Mucha gente que se siente sola, acude a misa solo por vivir ese momento de fraternidad y contacto humano.
 

En la misa tradicional el sacerdote dice 3 veces:
 

“Señor, yo no soy digno de que entres en mi pobre morada, mas di una sola palabra y mi alma se salvará”.
 

A continuación se vuelve a rezar el "Confiteor". En la misa nueva se omite esta oración. Después, el sacerdote dice las siguientes oraciones:
 

“Compadézcase de vosotros el Dios Omnipotente y perdonados vuestros pecados os lleve a la vida eterna”.
 

Los asistentes responden: “Amen”. Seguidamente el sacerdote trazando una cruz sobre los fieles dice:
 

“El Señor Omnipotente os conceda la indulgencia, la absolución, y el perdón de vuestros pecados”.
 

A continuación el sacerdote mostrando la sagrada forma dice:
 

“He aquí el cordero de Dios que quita los pecados del mundo”.
 

Los asistentes contestan:
 

“Señor, yo no soy digno de que entres en mi pobre morada, mas di una sola palabra y mi alma se salvará”. 

(3 veces)
 

En la misa nueva se dice: “y mi alma quedará sana”. Cuando hacemos una confesión válida y recibimos la absolución, nuestra alma queda sanada temporalmente de la enfermedad del pecado. No es lo mismo que tu alma sane temporalmente a que tu alma quede definitivamente salvada. A continuación, el sacerdote les da de comulgar a los fieles haciendo sobre ellos una pequeña cruz con la sagrada forma al mismo tiempo que a cada uno les dice:
 

“El cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo guarde tu alma para la vida eterna. Amen”.
 

Casi todo ha sido suprimido por Pablo VI siguiendo los consejos de sus asesores protestantes. Así se desarrolla esta parte de la comunión en el novus ordo. El sacerdote, mostrando la sagrada forma dice:
“Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, dichosos los llamados a la cena del Señor”.
Vuelven a decir “el pecado del mundo”, cuando deberían decir “los pecados del mundo”.
 

El sacerdote y los fieles responden, una sola vez:
 

“Señor no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastara para sanarme”.
 

Y en este momento comulga el sacerdote. Después, sin rezar el confiteor, el sacerdote y los laicos que hacen de ministros, comienzan a dar la comunión. Si, han oído bien. Los laicos dan la comunión ya sean hombres o mujeres y lo hacen sin utilizar patena.
 

Los laicos no tienen permiso para dar la comunión porque sus manos no son consagradas. Pero en la falsa iglesia del vaticano II, todo está permitido. Mas del 95% de los fieles comulgan en la mano, de pie, y sin hacer ningún gesto de reverencia. Muchos se llevan la sagrada forma a la boca como si fuera una simple galleta. Algunos se la llevan en la mano hasta el banco donde la consumen sentados y de forma irreverente. No se percibe que estos fieles creen que Jesucristo está ahí presente. En realidad no lo está porque ese pan no ha sido consagrado. Sin embargo, aquellos que afirman creer en su presencia en la Hostia, ¿no creen que están ofendiendo a Dios por comulgar con tal irreverencia? 

Si realmente hubiera consagración, los fieles deben meditar sobre todos los fragmentos que caen al suelo por culpa de aquellos que tienen la osadía de comulgar en la mano. Aunque haya fieles que comulguen de rodillas y en la boca, deben de saber que en cada una de esas misas siempre van a ser responsables de pisar algún fragmento ya que se calcula, teniendo en cuenta cuantos fieles comulgan en la mano, que caen al suelo MILES de ellos. Un fiel que es consciente de esta realidad y persiste en participar en estas “misas” peca gravemente por no importarle PISAR EL CUERPO DE CRISTO.
 

El sacerdote o los ministros dicen antes de dar la comunión: "El cuerpo de Cristo". Los fieles responden: 

"Amen".
 

Para que se note que esta nueva misa es un simple banquete, se debe comer y después beber. Por este motivo en algunas misas después de recibir el pan se les ofrece a los fieles el Cáliz permitiéndoles sostenerlo con sus manos no consagradas. Solo el sacerdote puede tocar el Cáliz. En la misa tradicional es dogma de fe que Cristo está presente en la sagrada forma en su cuerpo, sangre, alma y divinidad por lo tanto no es necesario beber el Cáliz. Estas consumiendo tanto su cuerpo como su sangre. En la misa tradicional solo se puede comulgar de rodillas y en la boca y siempre con un acólito o monaguillo sosteniendo la patena por si la sagrada Hostia cayera o algún fragmento se desprendiera. Está prohibido comulgar de una forma distinta a esta y el sacerdote debe negar la comunión a quien se dispusiera a comulgar en la mano. Comulgar en la mano no solo es una atrocidad, sino un Sacrilegio. Es decir, un pecado mortal. Los luteranos no creen en la presencia de Jesucristo en la Sagrada forma y por eso eliminaron todo gesto de adoración a la misma. Eliminaron también el uso de la patena y del reclinatorio. Es por ello que comulgan de pie y en la mano. 

Con la nueva misa, los laicos no solo tienen permiso de comulgar en la mano sino que también pueden distribuirla a los demás. Tienen permiso de dar la comunión incluso algunas mujeres vestidas con falda corta, maquillaje, escotadas o con pantalones tremendamente ajustados.
 

En la misa verdadera, al finalizar, el sacerdote dice: "Ite Misa es" que significa: "Iros, la Misa ha terminado".
 

Según Santo Tomás, esto quiere decir: “Iros, la victima del sacrificio ha sido enviada a Dios”.
 

Por esta causa Lutero sentía odio a la palabra “Misa”, porque le recordaba la idea de sacrificio. Tanto Lutero como Pablo VI eliminaron esta parte final de la misa.
 

Pablo VI siguió los consejos de sus asesores protestantes y estableció que en la misa nueva el sacerdote no diga: “Ite Misa es” sino: “Podéis ir en paz”. A lo que los fieles responden: “Demos gracias a Dios”. De esta forma una vez más se elimina el significado de que la misa es un Sacrificio. En la nueva misa se elimina la oración del evangelio de San Juan 1, 1-14:
 

“En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba desde el principio en Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas, (...)”.
 

En el “libera nos” del “Novus Ordo Missae” se ha suprimido la mención de la Santísima Virgen María y de todos los Santos. Su intercesión, y la de los Santos, ya no se invoca, ni siquiera en el momento de peligro. La misa nueva es una gran oportunidad para todos esos laicos sedientos de protagonismo o para esas mujeres que les gusta exhibirse y ser miradas por los hombres, ya que en esta celebración tienen la oportunidad de ser observados o incluso filmados por muchísima gente.
 

Lutero odiaba la palabra Misa porque le recordaba a Sacrificio. Así que consiguió que casi todos los católicos hoy llamen a la misa: "Eucaristía". Los masones-modernistas también modificaron el catecismo y hasta algunas partes de las Sagradas Escrituras. También promulgaron que se puede ir a misa el sábado por la tarde en lugar del domingo lo cual es falso.
 

Se inventaron la misa con sacerdotes concelebrantes para hacerlas invalidas ya que solo un sacerdote puede celebrar.
 

Al cambiarlo todo en la nueva misa, los fieles poco a poco fueron perdiendo la Fe católica y adquiriendo una fe más protestante. Hoy el 70% de los católicos de Occidente no creen en la presencia de Jesucristo en la Sagrada Forma según encuestas del Pew Research. Por este motivo comulgan de pie y en la mano y no realizan visitas al Santísimo ni hacen oración en el Sagrario. La reforma conciliar hizo las mismas modificaciones que Lutero en su misa. 

Por este motivo la nueva misa es una misa esencialmente protestante. Recordemos que Lutero dijo: 

“Destruid la Misa y destruiréis la Iglesia”. 

Lutero obviamente se refería a la Iglesia Católica. Este ha sido precisamente el objetivo de la masonería eclesial y los modernistas infiltrados en Roma, destruir la iglesia destruyendo primero la Santa Misa. 

Convirtieron la misa de siempre en lo que quería Lutero, una simple “Cena Protestante”. Como dijo el Padre Pío, “El mundo no puede vivir sin la Santa Misa”. Al haber quedado casi totalmente eliminada la
verdadera misa en el mundo, hoy hay cada vez mayor maldad en la gente, más guerras, mas violencia, mas divorcios, más aborto, más secularismo, más pecado, mas herejía.
 

Tener la intención de hacer lo que hace la iglesia y en la practica hacer lo contrario, no sirve. Un sacerdote que tiene verdaderamente la intención de hacer lo que hace la iglesia, debe utilizar el rito de la iglesia católica y no el rito de la iglesia protestante ya que Dios no envía el Espíritu Santo a un rito Protestante. Pretender tener una buena intención tomando un rito malo no arregla para nada el asunto ya que esa supuesta buena intención no modifica el rito malo que tiene dentro la intención viciada, perversa. Por lo tanto para que realmente haya verdadera intención en el sacerdote, debe utilizar el rito de la iglesia católica.
 

La misa Novus ordo no es el rito de la iglesia Católica sino el rito de la iglesia protestante. La validez no hace que la misa sea buena y agrade a Dios. Por ejemplo un sacerdote ordenado válidamente se hace apostata y hereje si celebra la verdadera misa (Misa Tridentina) para burlarse de Cristo. Si utiliza bien el rito, la materia y la forma, en esa misa se realizará el sacramento y habrá celebrado una misa valida pero que ofende gravemente a Dios al igual que los fieles que han participado en esa misa, quienes también han ofendido a Dios. Del mismo modo que si ese sacerdote celebrara una misa negra cumpliendo con los requisitos previamente mencionados, esa misa también sería valida. El pan habría sido consagrado y Jesucristo estaría presente en el. Suponiendo que en la misa Novus ordo no se produjera el defecto de
forma, de rito y de intención, la misa sería válida pero ofendería a Dios por ser la misa del hereje Lutero y no la Misa que instituyó Jesucristo.
 

El mismo Paulo VI, al promulgar su “Novus Ordo Missae” no tuvo nunca intención alguna de empeñar la infalibilidad pontificia, como él mismo afirmó en su discurso del 19 de noviembre de 1969:
 

“… el rito y la respectiva rúbrica de por si no son una definición dogmática; son susceptibles de una calificación teológica de valor diverso…”.
 

Y otra vez, el mismo Paulo VI, ante la pregunta explícita del Cardenal inglés Hennan, si había prohibido la Misa tridentina, respondió:
 

“No es mi intención prohibir de ninguna manera la Misa Tridentina”.
 

Esto fue lo que dijo, pero en la práctica dio ordenes de perseguir a los sacerdotes que celebraran la Misa Tridentina. En consecuencia, desde el Concilio Vaticano I (dogmático) se ha establecido que:
 

“El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación transmitida por los Apóstoles o depósito de la Fe”.
 

El “Novus Ordo Missae” de Paulo VI, habiendo introducido en su “Nueva Iglesia” una “nueva doctrina” –como hemos demostrado precedentemente – no pudo ser materia de obediencia (estando la obediencia al servicio de la Fe y no la Fe al servicio de la obediencia), por lo que todos los fieles quedan con un deber teológico de obediencia a Dios antes que a los hombres, si ellos quieren permanecer inflexibles en la profesión de Fe Católica, según la doctrina infalible de la “Tradición”.
 

Resumiendo:
 

La Nueva Misa es la misma misa creada por Lutero, la cual ya en aquella época fue anatemizada por todos los Papas. No hay transustanciación ni del Pan ni del Vino, ni siquiera si celebrara un sacerdote ordenado por el rito antiguo ya que se trata de un rito Protestante, y Dios no envía el Espíritu Santo a ningún rito acatólico. Quienes participan en la Nueva misa están recibiendo una simple oblea. Se adora al Dios del Universo que no es Dios Padre sino satanás. La Misa de San Pío V fue la Misa instituída por Nuestro Señor Jesucristo. La Nueva Misa de Pablo VI fue un rito instituído por “el hombre”. Pablo VI fue un judío y masón de grado 33 infiltrado en la Iglesia que siempre tuvo la intención de destruír la Iglesia de Jesucristo. Todo lo que el creó, fue inspirado por satanás. Participar en la misa de Pablo VI es participar en la misa a satanás.

LUTERO ESTA EN EL INFIERNO
 

Una vez que nos ha quedado claro que Lutero fue el verdadero creador del rito novus ordo, es hora de averiguar como murió. Martín Lutero pertenecía a la secta de los Rosacruces. Ese triste caballero del Infierno, Lutero, “usaba en su sello una Rosa sobre una Cruz”, y sería la que Andrei (Valentín Andreae y sus discípulos), pasando a un deísmo y a un naturalismo gnóstico, habrían dado a su secta, en Suiza (en el siglo XVI), el nombre, luego así famoso en los anales de la apostasía y de la depravación: de Rosacruces (…). El grado de Rosacruz, 18º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, es una burla sacrílega del Sacrificio de Jesucristo (…). Se sabe que Lutero antes de morir, renunció a sus votos y contrajo matrimonio con una religiosa. El relato de suicidio de Lutero fue publicado en Amberes en 1606 por Enrique Sedarius. Dos médicos comprobaron y demostraron los síntomas de suicidio testificado por su criado Kusfel.
 

“Sí; Lutero tuvo tendencias suicidas, como puede corroborarse en sus mismas “Tischreden” (“Charlas de sobremesa”) donde se reporta, entre otras, una de sus conversaciones con el pastor Güben, Leonhard Beyer, ocurrida en el año 1551”:
 

“Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo lo había malvadamente atormentado y que se había reído de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo, diciéndole: “¡Ve adelante! ¡Suicídate!” (…). Nos dijo Lutero:
 

“Esto me ha ocurrido muy a menudo, tanto como para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo, de manera de no poder ya rezar”.
 

Algo análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una muerte a causa de una angina, dice:
 

“Martín Lutero, la noche antes de su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho. Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme”.
 

Efectivamente en aquella época se usaban camas elevadas, sostenidas por columnas.
 

“Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos, llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar, después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de improviso esta vida”.
 

Lutero que había despotricado contra la Iglesia, el Papado y la doctrina Católica, moría un 15 de febrero de 1546 a las tres de la mañana, la anti–hora de la redención, la hora de Satanás.
 

Sor María Serafina Micheli.

En 1883 la beata Sor María Serafina Micheli (1849-1911), fundadora del Instituto de las Hermanas de los Ángeles, pasaba por Eisleben, ciudad de Sajonia, ciudad natal de Lutero. Se festejaba, en aquel día, el cuarto centenario del nacimiento del gran hereje y heresiarca (nació el 10 noviembre de 1483), que dividió a Europa y a la Iglesia, causando grandes guerras. Con motivo de la celebración, las calles estaban adornadas y de los balcones colgaban banderas. Entre las autoridades presentes se esperaba, de un momento a otro, la llegada del emperador Guillermo I, que debía presidir las celebraciones. La beata, a pesar de observar el gran tumulto y agitación no estaba interesada en saber por qué ocurría toda esa agitación, porque su único deseo era ir a una iglesia para orar y hacerle una visita a Jesús Sacramentado.
Después de caminar por algún tiempo, finalmente, encontró una, pero las puertas estaban cerradas. A pesar de ello, se arrodilló en las gradas para hacer sus oraciones. Pero, como era de noche, no se dio cuenta que estaba arrodillada delante de una iglesia protestante, y no en una Católica. Mientras oraba, se apareció su Ángel de la Guarda y le dijo:
 

“Levántate, porque esta es una iglesia protestante”. Y añadió: “Yo quiero que veas el lugar donde Martín Lutero está condenado y la pena que paga en castigo de su orgullo”. 

Luego de estas palabras vio un horrible abismo de fuego, en el cual eran atormentadas una innumerable cantidad de almas. En el fondo de aquella vorágine, vio a un hombre, Martín Lutero, que se distinguía entre los demás condenados: estaba rodeado de demonios que lo constreñían a estar de rodillas y todos (los demonios), armados de martillos, mientras el se esforzaba en vano, le clavaban en la cabeza una gran estaca.
 

Otra evidencia de que Lutero está en el infierno fue recogida por el padre Stefano Manelli (fundador de los Franciscanos de la Inmaculada), quien en sus encuentros con el Padre Pío recibió está importante revelación. El padre Manelli en su libro: “Il Settimanale di Padre Pio” en la sección: (Enero 20 de 2013, p.1) escribe que el Padre Pio le dijo:
 

“LUTERO ESTÁ CONDENADO Y LOS QUE HOY LE SIGUEN PADECERÁN TAMBIÉN LOS CASTIGOS DEL INFIERNO”.
 

Participar en la Misa Novus Ordo sabiendo que es un rito protestante es “SEGUIR A LUTERO” por lo tanto tendrá como consecuencia acabar en el mismo lugar donde hoy él hoy perece. Si después de haber leído todas estas evidencias de que la nueva misa es una obra del demonio y pese a todo sigues
participando en ella, estás cometiendo un grave pecado mortal.

 

 COMUNION EN LA MANO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SABADO 1 DE JUNIO ROSARIO PERPETUO POR EL FIN DEL ABORTO

    Cofradía la virgen del Rosario organiza rosario perpetuo por el fin del aborto. Pediremos a la Santísima Virgen que envíe inspiraciones...

Posts populares