Melania Calvat escribió su propia versión del Secreto el 3 de Julio, separadamente, en Corenc, en el convento de las Hermanas de la Providencia. Lo selló a las 10:00 A.M., y fue llevado al Palacio del Obispo de Grenoble. Pero al día siguiente, ella consideró que no se había expresado bien respecto a los infortunios que caerían sobre dos ciudades (París y Marsella): éstos parecieron como simultáneos, siendo que fueron sucesivos. El Canónigo Pierre-Joseph Rousselot la hizo reescribir el Secreto el 6 de julio, luego el ingeniero Benjamin Dausse la llevó al obispo, donde Bruillard leyó el nuevo documento antes de sellarlo.
Al igual que Maximino habla del castigo que sufrirán las naciones, Melania habla de
LA PERSECUCIÓN CONTRA EL PAPADO y añade el NACIMIENTO DEL ANTICRISTO, HIJO DE UNA MONJA.
Secreto que me dio la Santísima Virgen en la Montaña de La Salette el 19 de septiembre 1846:
"Melania, te diré algo que no le dirás a nadie: ¡El tiempo de la ira de Dios ha llegado! Si cuando le hayas dicho a la gente lo que te he dicho y lo que te diré aún, si, después de eso, no se convierten, (si no hacen penitencia, si continúan trabajando el domingo, si continúan blasfemando el Santo Nombre de Dios), en una palabra, si la faz de la tierra no cambia, Dios tomará venganza contra el pueblo ingrato y esclavo del demonio. ¡Mi Hijo manifestará su poder! París, esta ciudad manchada con toda clase de crímenes perecerá infaliblemente. Marsella será destruida en breve tiempo. Cuando sucedan estas cosas, el desorden será completo sobre la tierra. El mundo se abandonará a sus pasiones impías. El Papa será perseguido en todas partes, le dispararán, querrán matarlo, pero no podrán nada contra él, el Vicario de Dios triunfará aún esta vez. Los sacerdotes y las religiosas, y los verdaderos servidores de mi Hijo serán perseguidos, y muchos morirán por la fe de Jesucristo. Una hambruna reinará simultáneamente. Después que todas estas cosas hayan sucedido, muchas personas reconocerán la mano de Dios sobre ellas, se convertirán y harán penitencia de sus pecados. Un gran rey ascenderá al trono, y reinará durante algunos años. La religión florecerá y se extenderá por toda la Tierra y la fertilidad será grande, el mundo, contento de no carecer de nada, recomenzará sus desórdenes, abandonará a Dios y se entregará a sus pasiones criminales. Entre los ministros de Dios y las Esposas de Jesucristo, hay quienes se entregarán al desorden, y esto será lo más terrible. Finalmente, un infierno reinará sobre la Tierra. Será entonces cuando nazca el Anticristo de una religiosa: ¡Desgracia a ella! Muchas personas creerán en él, porque se dirá venido del cielo, ¡desgracia a aquellos que le crean! El tiempo no es lejano, no pasarán dos veces 50 años. Hija mía, no dirás lo que acabo de decirte (no se lo dirás a nadie, no dirás que debes decirlo un día, no dirás nada que concierna a esto), finalmente, ¡no dirás nada hasta que yo te diga que lo digas! Ruego a nuestro Santo Padre el Papa que me dé su santa bendición".
Melanie Mathieu, pastora de La Salette.
Grenoble, 6 de julio de 1851.
JMJ +
EL SECRETO COMPLETO
En realidad, aunque suene sospechoso (curiosamente, las versiones de 1851 fueron halladas en el Archivo Secreto Vaticano en 1999), el texto contentivo del Secreto de Melania (el más conocido, con las quejas de la Virgen sobre la mala conducta del clero, y los males y castigos que vendrán), que contiene renglones que fueron omitidos en la edición de Marsella de 1860 (el cual, a pesar de haber sido quemado por el obispo Eugenio de Mazenod diciendo: «¡Así publicaré tu secreto!», una copia sobrevivió y fue publicada en Nápoles en 1873 por el padre Felicien Bliard, con imprimátur de la Curia del Arzobispo de Nápoles, Sixto Card. Riario Sforza de fecha 30 de Abril) dice así:
«Melania: Esto que Yo te voy a decir ahora no será siempre un secreto; puedes publicarlo en 1858:
Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes piden venganza, y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios, que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra a nadie que implore misericordia y perdón para el pueblo; ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra!, Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los soberanos, en todas las sociedades y en todas las familias. Se sufrirán penas físicas y morales. Dios abandonará a los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.
La sociedad está en vísperas de las más terribles calamidades y de los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga ya de Roma después del año 1859; pero que sea firme y generoso; que combata con las armas de la fe y del amor. Yo estaré con él. Que desconfíe de Napoléon, su corazón es doble; y cuando quiera ser a la vez Papa y Emperador, muy pronto se retirará Dios de él. Es esa águila que queriendo siempre elevarse caerá sobre la espada de la cual quería servirse para obligar a los pueblos a ensalzarlo. Italia será castigada por su ambición de querer sacudir el yugo del Señor de los señores; también será entregada a la guerra. La sangre correrá por todas partes. Las iglesias serán cerradas o profanadas. Los sacerdotes y religiosos serán perseguidos; se les hará morir, y morir una muerte cruel. Muchos abandonarán la fe y el número de los sacerdotes y religiosos será grande; entre estas personas se encontrarán incluso obispos. Que el Papa se ponga en guardia contra los obradores de milagros, pues ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires. En el año 1864 Lucifer, con un gran número de demonios, serán desatados del infierno. Abolirán la fe poco a poco, aun entre las personas consagradas a Dios, las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de esos malos ángeles: muchas casas religiosas perderán completamente la fe y perderán muchísimas almas. Los libros malos abundarán en la tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos espíritus. Algunas personas serán transportadas de un lugar a otro por esos espíritus malvados, incluso sacerdotes, por no seguir el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios. Resucitarán algunos muertos y justos, [es decir, que estos muertos tomarán la figura de almas justas, que vivieron en la tierra, para así mejor seducir a los hombres; éstos, que diciéndose muertos resucitados no serán otra cosa que el demonio bajo sus figuras, predicarán otro Evangelio contrario al verdadero de Cristo Jesús, negando la existencia del cielo, y también las almas de los condenados. Todas estas almas aparecerán como unidas a sus cuerpos]. Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas sobre riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo! El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa. Dado el olvido de la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Se abolirán los poderes civiles y eclesiásticos; todo orden y toda justicia serán pisoteados; no se verán más que homicidios, odio, envidia, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia. El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor [que no reinará mucho tiempo] verán el triunfo de la Iglesia de Dios. Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se hará como el rey de los corazones. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará de toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la tierra. Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el italiano; en seguida habrá una guerra universal que será espantosa. Por algún tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque el Evangelio de Jesucristo no es ya conocido. Los malvados desplegarán toda su malicia; se matará, se asesinará mutuamente aun dentro de las casas.
Al primer golpe de su espada fulminante, las montañas y la naturaleza entera temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los cielos. París será quemado y Marsella engullida. Varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorará mi ayuda e intercesión.
Entonces Jesucristo, por un acto de su justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles que mueran todos sus enemigos. De golpe los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres dados al pecado perecerán y la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios. Esta paz entre los hombres no será larga; veinticinco años de zafras abundantes les harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los castigos que ocurren en la Tierra. Un precursor del Anticristo, con sus tropas de muchas naciones, combatirá contra el verdadero Cristo, el único Salvador del mundo; derramará mucha sangre y pretenderá aniquilar el culto a Dios para ser tenido como un dios. La tierra será castigada con todo género de plagas [además de la peste y el hambre, que serán generales]; habrá guerras, hasta la última que harán los diez reyes del Anticristo, los cuales tendrán todos un mismo plan, y serán los únicos que gobernarán el mundo. Antes que esto suceda habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se pensará más que en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase de pecados; pero los hijos de la santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, crecerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas. ¡Dichosas las almas humildes guidas por el Espíritu Santo! Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud de la edad. La naturaleza clama venganza contra los hombres y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la tierra encharcada en crímenes. Temblad, tierra y vosotros, que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que interiormente os adoráis a vosotros mismos, temblad; pues Dios va a entregaros a su enemigo, porque los lugares santos están en la corrupción; muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo y de los suyos.
Durante ese tiempo ha de nacer el Anticristo de una religiosa hebraica, una falsa virgen que tendrá comunicación con la vieja serpiente y el maestro de la impureza, su padre será obispo. Al nacer, vomitará blasfemias y tendrá dientes. En una palabra, será el diablo encarnado. Dará gritos aterrorizadores, hará prodigios, solo se alimentará de impurezas. Tendrá hermanos que, sin bien no serán otros demonios encarnados como él, serán hijos del mal. A los doce años ellos se destacarán por las extraordinarias victorias que obtendrán. Luego cada uno estará a la cabeza de ejércitos, asistidos por legiones del Infierno. Se cambiarán las estaciones. La tierra no producirá más que malos frutos. Los astros perderán sus movimientos regulares. La luna no reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán en el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos que tragarán montañas, ciudades, etc.
¡ROMA PERDERÁ LA FE Y SE CONVERTIRÁ EN LA SEDE DEL ANTICRISTO!
Los demonios del aire, con el Anticristo, harán grandes prodigios en la tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán más y más. Dios cuidará e sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad. El Evangelio será predicado por todas partes, todos los pueblos y todas las naciones conocerán la verdad. Yo dirijo una apremiante llamada a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos de Dios que vive y reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi divino Hijo, los que llevo, por decirlo así, en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu; finalmente llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros cont al que vuestra fe sea la luz que os ilumine en estos días de infortunio. Que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de Jesucristo. Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he ahí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. La Iglesia será eclipsada, el mundo quedará consternado. Pero he ahí a Enoc y a Elías, llenos del Espíritu de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas; harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo y condenarán los errores diabólicos del Anticristo. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un granizo espantoso para los animales; tempestades que arruinarán ciudades; terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra los muros; llamarán a la muerte y, por otra parte, la muerte será su suplicio. Correrá la sangre por todas partes. ¿Quién podrá resistir si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos. Roma pagana desaparecerá; caerá fuego del cielo y consumirá tres ciudades; el universo entero será presa del terror, y muchos se dejarán seducir por no haber adorado al verdadero Cristo, que vivía entre ellos. Ha llegado el tiempo: el sol se oscurece; sólo la fe vivirá. He aquí el tiempo: el abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. He aquí la bestia de los súbditos, llamándose el salvador del mundo. Se remontará con orgullo por los aires para subir hasta el cielo; será sofocado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá y la tierra, que llevará tres días en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego: será hundido para siempre, con todos los suyos, en los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado: Dios será servido y glorificado».
Esta versión del Secreto (la más conocida y completa) fue publicada también por Melania, con imprimátur del Obispado de Lecce, Italia:
Nihil obstat: imprimátur.
Datum Lýciii, ex Curia Episcopáli, die 15 Nov. 1879.
Vicárius Generális,
CARMÉLUS Archid. COSMA.
El 3 de Diciembre de 1878, el Papa León XIII recibió a Melania, pues quería que ella retornara a Francia y estableciera la Regla de la Orden de la Madre de Dios en La Salette. Melania le dijo:
«Santo Padre, el Obispo [Amand-Joseph Fava] de Grenoble no me permitirá establecer su propia regla».
Ante lo cual el Papa le pidió que escribiera unas Constituciones, que podrían hacer las veces de la Regla (que es parte integral del Secreto). A partir de Enero de 1879, Melania escribió las Constituciones, que fueron entregadas a la Congregación para los Religiosos, que la aprobó en Mayo. El Papa movió tristemente su cabeza, al considerar que no podía ejercer su voluntad en Francia. Los obispos franceses no eran un lote obediente; se veía que estaban a punto del cisma.
Cuando Melania se retiró de las cámaras papales, uno de los cardenales que estuvo en la entrevista le dijo:
«Espero que tengas hombros amplios, porque cuando se publique el Secreto, toda la Francia caerá sobre ellos».
A lo que Melania replicó:
«Prefiero disgustar a los franceses antes que a Dios Todopoderoso».
A partir de Enero de 1879, escribió las Constituciones, que fueron entregadas a la Congregación para los Religiosos, que la aprobó en Mayo. Tal demanda del Papa (y aprobación de las Constituciones) es un reconocimiento verdadero de la autenticidad del Secreto.
En 1922 se dio a conocer nuevamente el TEXTO COMPLETO ut supra, con Licencia del Rvdo. Padre Alberto Lepidi O.P., Maestro del Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo Oficio (el reimprimátur fue concedido en Roma porque en Francia los obispos rechazaban saber siquiera de la Profecía).
El diario “L’Osservatore Romano” del 25 de Diciembre de 1904, comenta que «Melania reveló su Secreto en el momento en que le fue indicado, aunque ella sabía que tal acción volvería contra ella la ira de aquellos que habiendo perdido todo sentido de moralidad estaban ligados al carro de la secta Masónica».
El 24 de agosto de 1852, Su Santidad Pío IX, concedió que fuera privilegiado el Altar Mayor del templo de La Salette; el 7 de septiembre fundó la Asociación de Nuestra Señora Reconciliadora de La Salette. La Hermadad Misionera de La Salette, los SALETINOS, cuyos frutos fueron y son muy provechosos para la Iglesia y para las Misiones. León XIII elevó el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de «Nuestra Señora de La Salette», efectuada por el Cardenal de París, el día 21 de Agosto de 1879. Nuestra Señora reveló en La Salette dos secretos, uno a Melanie y otro a Maximin. El secreto dado a Melanie constituye lo que comúnmente se conoce como el»el Secreto de la Salette.»
Un extracto del mismo fué publicado en 1879 por Melanie, con imprimatur del Obispo de Lecce, – Italia.-
En 1922 se dió a conocer el texto completo, con Licencia del Rvdo. Padre Lepidi O.P., Maestro del Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo Oficio, (la Congregación de la Fé.)
El Secreto (y más amplio, todas las profecías de Nuestra Señora de La Salette), aunque no forma parte de la Revelación Pública, ES ENTERAMENTE DIGNO DE CRÉDITO. Prueba de ello es que Mons. Bruillard, el cardenal Sisto Riario Sforza, el siervo de Dios Luigi Salvatore Zola CRL, y los Sumos Pontífices Pío IX, León XIII, San Pío X -quien en 1910, al leer los documentos, exclamó
«Eh! la nostra santa!» y ordenó a Mons. Carlo Guseppe Cecchini OP iniciar el examen de la heroicidad de las virtudes de Melania Calvat- y Benedicto XV se manifestaron a favor de la credibilidad de estas profecías y las bendijeron de diversas formas (no sin tristeza y espanto). Y el hecho de que existiera la versión de 1851 fue por la presión y engaño del cardenal Bonald, que siempre se mostró enemigo de las apariciones. Por supuesto, Melania y Maximino escribieron la versión breve, temiendo desobedecer a la Hermosa Señora, pero condicionando la entrega a la persona del Papa Pío IX en cartas selladas (condición que se otorgó gracias al obispo Bruillard.
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